Por Ignacio Serrano (@IGNACIOSERRANO)
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Satchel Paige tenía 58 años de edad cuando se subió a una lomita de Grandes Ligas por última vez.
Corría el año de 1965 y los Atléticos, por entonces con sede en Kansas City, quisieron aprovechar la reputación del astro de las ligas negras, para promocionar al equipo.
Paige está en el Salón de la Fama de Cooperstown por sus logros en la era de la segregación racial. Muchos historiadores afirman que ha podido ser el mejor pitcher de todos los tiempos, de no haber existido aquella injusta barrera.
La simbólica salida de Paige fue corta. Su temporada duró apenas un juego y tres innings, en los que ponchó a uno y permitió un hit, sin carreras.
Ningún otro lanzador ha trabajado en las mayores después de cumplir los 50. Pero son muchos los cuarentones. Nombres célebres como los incombustibles Nolan Ryan, Jamie Moyer, Hoyt Wilhem, Jesse Orosco o los hermanos Joe y Phil Niekro.
Faltaba un venezolano. Y desde este 29 de abril, la deuda quedó saldada.
Rafael Betancourt, nacido en Cumaná, en 1975, sopló 40 velas en el pastel. Es miembro del bullpen de los Rockies de Colorado y uno de los pocos criollos que han conseguido una cosecha de 30 salvados en la gran carpa.
Ahora es también el primer monticulista del patio que trabaja en la MLB a pesar de ser un cuarentón.
Otros venezolanos en otras posiciones lo habían logrado: el receptor Henry Blanco, el inicialista Andrés Galarraga, los campocortos David Concepción y Omar Vizquel, los jardineros Víctor Davalillo y Bob Abreu.
Concepción, qué curioso, era el criollo que a más edad había trepado a un morrito de Grandes Ligas. Dos semanas antes de cumplir los 40, fue llamado en medio de una emergencia de sus Rojos de Cincinnati, para ayudar como serpentinero improvisado.
Hasta que apareció Betancourt. El pitcher más longevo de Venezuela en la MLB.