El protagonista de este hito tecno-musical es MAiRa Pro s, un robot de tres brazos ingeniado por la empresa alemana Franka Emika, reconocida por su innovación en robótica avanzada y automatización.
Saraí Coscojuela
Desde que los directores comenzaron a usar sus largos bastones de dirección en el siglo XIX, el acto de dirigir se ha considerado casi un arte místico, por lo que ahora quizás cueste imaginarse a un robot asumiendo este rol, pero ya en Alemania, un autómata de tres brazos ha dirigido a la Dresdner Sinfoniker.
El protagonista de este hito tecno-musical es MAiRa Pro s, un robot de tres brazos ingeniado por la empresa alemana Franka Emika, reconocida por su innovación en robótica avanzada y automatización.
Este robo ha sido diseñado para los movimientos precisos y complejos, así como para reaccionar y adaptarse a estímulos en tiempo real, una característica indispensable en la dirección de una orquesta.
Con capacidades de aprendizaje automático, MAiRa puede interpretar los movimientos y sonidos de los músicos, coordinando así cada sección de la orquesta con una precisión asombrosa.
MAiRa dirigió por primera vez la Dresdner Sinfoniker en la celebración de su 25 aniversario, que reunió músicos y tecnólogos en una colaboración única.
La programación de este robot le permite “entender” la estructura de la pieza, anticipar los cambios de ritmo y ajustarse a las dinámicas de interpretación. Aunque su proceso es puramente técnico, su capacidad de respuesta en tiempo real plantea la pregunta de si es posible que un robot pueda emular la intuición y la expresividad de un director humano.
La inteligencia artificial de MAiRa Pro S se basa en algoritmos de aprendizaje profundo y en un sistema de sensores de alta precisión. Estos sensores detectan los cambios en el ritmo y la intensidad de los músicos, permitiendo al robot ajustar sus movimientos en tiempo real.
Aunque su actuación está basada en códigos y cálculos, el resultado visual es sorprendentemente fluido.
Algunos de los asistentes dijeron que era fascinante ver cómo respondía a cada señal de la orquesta y se adaptaba a la interpretación.
Sin embargo, uno de los desafíos de dirigir una orquesta es la sensibilidad a los matices emocionales y a las interpretaciones sutiles que varían en cada ejecución, por lo que para compensar esto, MAiRa está programado con un conjunto de respuestas preestablecidas que le permiten adaptarse a variaciones en el tempo y la intensidad.
En lugar de imponer su propia “interpretación”, el robot sigue un patrón flexible de ritmo y volumen, respondiendo a las señales de los músicos y ajustando el flujo de la pieza según sea necesario.
El director artístico de la Dresdner Sinfoniker, Markus Rindt, explicó que el objetivo de incorporar este robot no es “reemplazar a los seres humanos”, sino explorar nuevas posibilidades de interpretar obras de gran complejidad que podrían ser prácticamente imposibles para un director humano.