El nombre de Alfonso “Chico” Carrasquel figura entre los más notables jugadores de venezolanos de todas las épocas desde que en 1945 formó parte de la selección nacional que le dio al país el tercero y último cetro de campeón de la Serie Mundial Amateur, celebrada en el legendario Stadium San Agustín de Caracas, y por su sobresaliente trayectoria en nuestra pelota rentada, como el primer producto de exportación de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional (LVBP) a las Grandes Ligas.
Por: Javier González
Pocos recuerdan que antes de debutar en el mejor béisbol del mundo con los Medias Blancas de Chicago en 1950, Carrasquel fue reclutado para el béisbol de los Estados Unidos en 1949 por la organización Dodgers de Brooklyn y jugó apenas un año en ligas menores, con la sucursal “AA” de esa organización.
A lo largo de más de sesenta años de carrera en el béisbol profesional, desde que estrenó con el Cervecería Caracas en la campaña inaugural de la LVBP en 1946 hasta que a mediados de la década de los años noventa prestó servicios a los patiblancos como comentarista del circuito radial en español, “Carrasquelito” recibió tantos reconocimientos que hoy en día, con toda seguridad, mantienen su nombre en el TOP 10 de los atletas venezolanos que han recibido mayor cantidad de homenajes en la historia, junto al Salón de la Fama de las Grandes Ligas, Luis Aparicio, y ganadores de oro olímpico como el boxeador Francisco “Morochito” Rodríguez, el esgrimista Rubén Limardo y la especialista en salto triple con marca mundial, Yulimar Rojas.
Pero, como el propio Carrasquelito solía evocar, “nadie me quita lo bailao como pionero”. Y en este caso, recordamos que el 25 de julio de 1949, se convirtió en el primer pelotero venezolano objeto de distinción en ligas menores de Estados Unidos, después que, a su tío, Alejandro “Patón” Carrasquel, le brindaron un acto especial de reconocimiento homenaje, un grupo de venezolanos, en el Yankee Stadium de Nueva York, el 5 de julio de 1939.
Con ocasión de un evento sorpresa en Dallas, Texas, en el que el equipo Gatos de Fort Worth, filial “AA” de los Dodgers de Brooklyn, organizaron homenaje, el 25 de julio de 1949, en el que llevaron a su esposa Marcela y su pequeño hijo de cinco meses, Edgar, quienes se trasladaron vía aérea desde Caracas, gracias a una colecta promovida por los seguidores del equipo.
Carrasquel jugó apenas una temporada en el sistema de sucursales de los Dodgers y en diciembre de 1949 su contrato fue negociado a los Medias Blancas, club con el que debutó en MLB en abril de 1950.
Para ilustrar el impacto que causó Carrasquel en Texas, presentamos a continuación un interesante reportaje del diario “Fort Worth Press” con la firma de Blackie Sherrod, que reprodujo el diario la Esfera de Caracas, el domingo 12 de junio de 1949, en el que describen cómo vive y se adapta a una nueva cultura el shortstop caraqueño que entonces contaba 21 años de edad.
«Cuando fuimos a cerciorarnos de las andanzas en Estados Unidos de nuestro amigo Alfonso (Chico) Carrasquel lo encontramos ocupado en su favorito y único pasatiempo durante el día, sentado en el pasillo del Hotel, contemplando las gentes.
Por la noche, el joven venezolano, se halla entregado a sus tareas en el campo de juego, entre la segunda y la tercera base de los Gatos de Fort Worth. Agarra objetos tales como linietazos y bolas lanzadas a ras de tierra en una forma muy saludable y se desenvuelve con el mayor orgullo en todas las formas defensivas del baseball.
Sin embargo, “Chico” apenas tiene en Estados Unidos casi tres meses. Las relaciones entre el shortstop y el idioma inglés no son una maravilla de buena vecindad. Para hacer las cosas fáciles en nuestro interés por Chico, tomamos a nuestro servicio a Rudy Herrera, el muchacho “bat boy” de 13 años que habla español e inglés perfectamente y que fue contratado como intérprete para su nuevo shortstop.
“Hola.Cómoestáustedmuybiengracias”, es el saludo de Chico, diciendo juntas todas las palabras de inglés que conoce, y prescindiendo de pausas.
Pero, para comienzo está bien. El atleta de 21 años capta las palabras de inglés, las cataloga y las usa al azar, algunas veces no con mucha exactitud, pero siempre con mucho gusto.
Carl Abrams, el left-fielder adquirido recientemente por los Gatos, es el principal tutor de Chico. Abrams tiene un buen conocimiento de español. Dick Williams, que también aprendió algo de español en los “menús” de California, igualmente ayuda a Chico en sus trabajos de lenguaje. Por medio de preguntas que le dirigimos con el auxilio del joven Rudy, sabemos que Chico pasa las de Caín con el idioma cuando le toca pedir sus alimentos en el restaurante. Sus postres favoritos: “Pastel de manzana y helado” ya puede pedirlos, pero sus compañeros de equipo le ayudan en la elección de las comidas.
Nos dice el joven Rudy que él no ve mucha diferencia en el baseball que jugaba en su tierra natal, Venezuela, y en el que se juaga en la Liga de Texas. El clima (Carrasquel jugaba desde septiembre hasta febrero en su país natal), es casi el mismo.
Los fanáticos son un poco diferentes: los venezolanos son más dados a la excitación, y puede que en un agrio debate saquen a relucir un cuchillo o la pata de una silla para reforzar sus argumentos. El alto muchacho de amplias espaldas, está bien en un diamante, tanto en su tierra como en la ajena, a despecho de diferencias geográficas.
Fuera del campo tenemos el temor de que el muchacho sonriente se sienta solo, especialmente aquí en Fort Worth. En caminatas cuando está de gira con sus compañeros de equipo, tiene amigos con quienes hablar y hacer bromas.
Pero cuando el club está en casa y los jugadores se diseminan hacia sus respectivos apartamentos y cuartos, Chico se queda solo. Habita en el Westbrook. Casi todo el día lo pasa sentado en su cuarto, leyendo cartas de su familia y también escribiéndolas.
Ocasionalmente, el Chico, va a dar un paso hacia la parte baja de la ciudad. El cine no le divierte mucho porque no puede entender las palabras. Le informamos sobre el Cine español en North Side, y se contentó muchísimo. No tiene mayor cosa que hacer hasta las 8 en que se pone sus zapatos con “spikes” y toma su guante para ir a sus tareas de shortstop.
¿Nostálgico? Chico no quiere convenir en que lo está, pero sus ojos se iluminan cuando tiene noticias de su esposa y de su hijito de cuatro meses, a quienes dejo hará tres. Su esposa, desde luego, estaba contenta al saber que había logrado oportunidad para jugar baseball en los Estados Unidos y conseguir dólares yanquis, cuando Fresco Thompson, del Brooklyn, le hizo firmar el contrato el año pasado. Ella le escribe diariamente.
Le agradaría traerse a su familia, pero Chico explica que eso sería demasiado duro para ambos, con un niño, cuando ni su esposa ni él saben hablar el idioma ni entender las costumbres.
Con todo, le agrada jugar aquí y se apega a ello. Quiere llegar a la Ligas Mayores, como su tío Alejandro Carrasquel, que fue pitcher del Washington durante seis años. Y también se propone dominar el idioma, sonriendo todo el tiempo.
“Buenos días, amigo”, hablamos nosotros.
“O. K. Good bye”, dice Chico.
Logrará todo lo que desea. ¿Verdad? «
Blackie Sherrod