Nikola Tesla sentía aversión por los cables. Imaginó y trabajó por un mundo en el que no fueran necesarios ni para comunicarse ni para transmitir la energía. La primera parte de su sueño se ha cumplido con creces: ahí están la radio, la televisión, la telefonía móvil y las redes wifi para demostrarlo. La segunda parte se ha hecho más de rogar, pero empieza a dar satisfacciones en forma de alfombrillas que recargan móviles y sistemas que se alimentan de las ondas de la televisión o el móvil.
El siguiente avance en la energía sin cables se ha logrado, curiosamente, gracias a un sistema concebido para la comunicación: la wifi que utilizan la mayoría de los hogares. Un equipo de investigadores de la Universidad de Washington en Seattle (EE UU) ha utilizado un router para cargar a distancia baterías. De momento han conseguido alimentar dispositivos como los que utilizan pequeños electrodomésticos y mandos a distancia (las pilas de níquel-metal hidruro) y las pilas de botón de los relojes (pequeñas baterías de ion de litio). La revista MIT Technological Review recoge en un artículo el estudio, con un título ambicioso: “Alimentar los próximos miles de millones de dispositivos con la wifi” .
El sistema presentado se denomina PoWiFi (acrónimo inglés de “alimentación a través de wifi”) y funciona a distancias de hasta 8,5 metros. Para lograrlo, los investigadores crearon un sistema que recolecta la energía de la wifi y la suministra de manera continua a las baterías.
Los investigadores presumen de que su logro resulta compatible con el uso habitual de la wifi y de que “no compromete significativamente su rendimiento” para conectar dispositivos a la Red y entre sí. Sin embargo, para el profesor de Radiocomunicaciones de la Universidad Politécnica de Madrid, José Manuel Riera, esto solo sería posible en “casas aisladas y distantes unas de otras”, como las de las zonas residenciales de Estados Unidos, no tanto en los apartamentos y pisos en los que viven muchos europeos, por las interferencias de la conexión con las de los vecinos. “Cuando no estamos usando Internet, nuestro router solo utiliza un 1% del tiempo de transmisión. Son desconexiones de milésimas de segundo que aprovechan otras redes inalámbricas para transmitir”, explica Riera. El uso para suministrar energía, en cambio, exige que elrouter transmita energía de forma continua. “En un entorno de mucho uso, como una universidad o una empresa, no se podría aplicar”, ilustra el profesor.
A diferencia de los dispositivos que utilizan las frecuencias de televisión y telefonía móvil, este sistema trabaja con frecuencias de la banda ISMC (en la que se incluye la wifi, pero también Bluetooth yZigBee). La legislación de EE UU y Europa no limita su uso a las comunicaciones y por tanto, también podría usarse para alimentar pequeños dispositivos, según los autores.
Sin embargo, las limitaciones de potencia en Europa (100 milivatios) y EEUU (hasta un vatio, en determinadas condiciones) quedan muy lejos de la necesaria para cargar un teléfono inteligente. Un smartphone precisa 4 o 5 voltios. Para cargar su batería por este sistema, tendría que emitir una potencia un millón de veces mayor.
Además, las ondas que emite un router se difunden en todas direcciones (es precisamente esa cualidad la que permite utilizarlas para conectar dispositivos ubicados en diversos lugares de una casa), pero esa dispersión juega en contra de la potencia que son capaces de transmitir.
A pesar del inconveniente, en opinión del catedrático de Ingeniería Electrónica de la Universidad Politécnica de Valencia, José Sánchez-Dehesa, la investigación supone “un avance significativo” para mantener alimentados todo tipo de sensores de bajo consumo, como los que se emplean en domótica y en otras aplicaciones del Internet de las cosas. De hecho, el estudio se completa con dos nuevos dispositivos —una cámara y un sensor de temperatura— que se alimentan perfectamente a través del nuevo sistema. En la casa de Tesla habrían encajado bien.
Fuente: El País