Por Ignacio Serrano
@IGNACIOSERRANO
El astro venezolano Miguel Cabrera ha acostumbrado a sus seguidores y compañeros a jugar con dolor. Así consiguió varias de sus cosechas sobre .300 con el madero, aunque otras veces también ha visto mermar sus números debido a ese esfuerzo.
Hace unos años los médicos le descubrieron una fisura en un pie. Pasó semanas acusando la molestia, sin querer pasar por la clínica. Jugó a pesar de eso y sólo se puso en manos de los médicos al terminar la campaña, tras lo cual se supo la novedad.
En octubre ocurrió algo parecido. Con sus Tigres de Detroit ya eliminados, se sometió a exámenes para buscar el motivo de sus problemas en la espalda, que durante meses limitaron su rendimiento con el bate. Y los galenos hallaron nada menos que dos hernias discales.
El alto mando de los felinos actúa diferente ahora. Que lo diga el nuevo manager de la divisa, Ron Gardenhire, que durante varios días lo dejó en la banca a comienzos de mayo, por una lesión menor en el bíceps derecho.
“No quiero lesionarlo”, argumentó Gardenhire al diario Detroit Free Press.
Cabrera terminó yendo a la lista de incapacitados, pero por un tirón en la corva derecha. Recuperado del brazo, se hizo daño mientras corría de primera a segunda base, ya de regreso al lineup. Pero el cambio de proceder es significativo.
El nativo de Maracay ya tiene 35 años de nacido, una edad que representa el ingreso a la recta final en la carrera de todo pelotero, incluso alguien con su estatus. El cuerpo reacciona diferente. Por eso, parece una buena idea cambiar la conducta que marcó el depuesto piloto Brad Ausmus y permitirle jugar únicamente cuando esté saludable, a fin de evitar males mayores.
Aunque eso implique tenerle algún tiempo en la banca.
