De la prisión que tenían los franceses en la Isla del Diablo, frente a la Guayana Francesa, no se escapaba nadie. Pero un día, el recluso Henri Charriére logró fugarse navegando sobre un saco lleno de cocos.
Ese Henri Charriére, se refugió en Venezuela, se dedicó al comercio y compró la Quinta Cristal, en la Calle Real de Sabana Grande. Allí colocó cincuenta mesas al aire libre. Llamó a su establecimiento Le Grand Café.
A Henri Charriére, le decían “Papillón” porque tenía una mariposa tatuada en el pecho. Sentado en su café caraqueño, escribió sobre su fuga de la terrible cárcel y ese escrito se convirtió en un éxito mundial.
En 1973, el libro titulado precisamente “Papillón”, inspiró la película que protagonizaron Dustin Hoffman y Steve McQueen.El papel de Henri Charriére lo hizo Steve McQueen. El Gran Café estaba en la onda protagónica.
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Ese era el escenario preferido para las conversaciones del arte, la literatura, el periodismo y la política.El expresidente argentino Juan Domingo Perón y otros exiliados noticiosos se daban cita en el lugar.
En esas mesas se reunían los escritores y artistas más entrevistados de Venezuela y de Latinoamérica. Ahí bebieron café Gabriel García Márquez, el de Cien años de soledad; Julio Cortázar el de Rayuela; Miguel Otero Silva, Augusto Roa Bastos, Carlos Fuentes y todos los famosos que visitaron Caracas.
La República del Este y El Techo de la Ballena, eran las dimensiones creadoras de la bohemia que marcaron con su gran arte la época: Adriano González León, Carlos Contramaestre, Caupolicán Ovalles, Salvador Garmendia, Orlando Araujo y así sucesivamente, eran los lúcidos parroquianos del Gran Café, el Chicken Bar y la insuperable librería Suma, de Raúl Bethencourt.
Y muchos años antes de todo eso, en Sabana Grande funcionó el segundo hipódromo que tuvo Caracas. El primero lo abrieron en Sarría.
El Recreo se llamó así, porque en ese lugar de Sabana Grande se fundó una casa vacacional para los estudiantes de la Universidad de Caracas y los seminaristas.
Hoy en día Sabana Grande sigue siendo una zona recomendada por sus restaurantes y en especial porque allí se encuentra la comida criolla más reconocida de Caracas.
En la esquina de Cervecería, de La Candelaria, donde estuvo ubicada la fábrica de Cerveza Caracas, abría sus puertas el restaurante criollo Jaime Vivas. Bistec, arepas, hígado encebollado, pabellón criollo y otros platos atraían todos los días a decenas de caraqueños. Luego Jaime Vivas se mudó a Sabana Grande.
Ahora es una cooperativa formada por los empleados. Que siguen ofreciendo bistec encebollado, hervidos de gallina y de res, pabellón, asado negro, pollo guisado, tajadas fritas. Una sabrosura.