Este texto forma parte de la serie Crónicas de la (des)memoria urbana de Caracas, una propuesta del periodista Pedro García Otero para reencontrarnos con la ciudad.

Por: Pedro García Otero

En Caracas hay 38 quebradas, y ninguna ha sido dejada a su suerte, todas, por supuesto, se encuentran canalizadas. También lo está el río Guaire, así como su afluente, el Valle, el cual es tributario del río San Pedro, que atraviesa Los Teques y que de cuando en cuando deja sus propios desastres.

El río Guaire es una emergencia ambiental que atraviesa la ciudad. Es una emergencia ambiental que atraviesa los Valles del Tuy, y es una emergencia ambiental que contamina los suelos en Barlovento y que hace, por ejemplo, que el cacao de esa región tenga problemas para ser colocado en los mercados europeos, los mayores consumidores del chocolate del planeta.

Pero un problema tan grande debe ser asumido por partes. La primera es la de la propia Los Teques y todos los barrios de la denominada “carretera vieja”, que llega a Las Adjuntas, los cuales descargan sus aguas negras (y en el caso de Los Teques, incluso desechos industriales), y se suman a todos los desechos del río Valle en Plaza Venezuela, que a su vez recibe descargas, también contaminadas, de las quebradas caraqueñas hasta que llega a Petare, donde da la famosa “curva” que suele desbordarse cuando las lluvias arrecian, y que en varias ocasiones ha estado cerca de generar una calamidad.

El Tuy, mientras tanto, viaja limpio desde la Cordillera de la Costa, a 2.400 metros de altura, y en el parque Pico Codazzi, en la Colonia Tovar, y desde allí se precipita al Tuy, donde viaja, relativamente limpio (salvo por la influencia de las actividades agrícolas y/o porcinas) hasta converger con el Guaire. Se habla de islas de plástico y de contaminación aguda para comunidades de Santa Teresa. Y de allí, su recorrido lo lleva a Paparo, donde, también, y especialmente en época de lluvias, se convierte en una fuente de contaminación para las playas de toda la costa oriental del estado Miranda, una zona de enorme potencial turístico, y donde la influencia perversa de la contaminación llega a playas tan lejanas como Machurucuto, a decenas de kilómetros de su desembocadura.

En Venezuela hay enormes tragedias ambientales, y por ejemplo, hay quienes dicen que la situación del Lago de Valencia es “el desastre ambiental más grande de Sudamérica”. Otros dicen que es el Lago de Maracaibo, y también pueden tener razón: al final, los criterios para definir cuál es el desastre ambiental más grande son humanos, y por lo tanto, subjetivos.

Pero tanto estas dos crisis como la del eje San Pedro-Guaire-Tuy representan enormes costos en sufrimiento humano y en pérdidas de oportunidades, y, sobre todo, privan a los venezolanos de algo que es fundamental, que es un futuro sano. Atenderlas es ser responsables con los ciudadanos que vendrán a este país, y que tienen derecho a que nuestras principales cuencas fluviales y lacustres dejen de ser utilizadas como albañales y comiencen a ser vistas como oportunidades para el desarrollo.

Foto: Rio Guaire