Ese sofisticado smartphone que tanto trabajo te costó adquirir y que te acompaña a todas partes, está lejos de ser “limpio” para el ambiente.
Por: Yuly Castro
Desde la extracción de minerales raros hasta la basura electrónica, detrás de la pantalla de tu celular, el planeta está pagando un alto precio.
Al comprar un nuevo smartphone, el aparato ya ha dejado su huella en el ambiente: fabricarlo, empaquetarlo y enviarlo cuesta aproximadamente 60 kg de CO₂ e, lo que equivale a unos 350 km conducidos en un carro de gasolina promedio.
Con casi el 84% de la población mundial usando teléfonos inteligentes, es imposible ignorar los datos sobre los efectos negativos de estos dispositivos en la naturaleza y el medio ambiente.
Repasemos el ciclo de vida completo para entender el verdadero costo ambiental.
Cifras alarmantes
Nuestros teléfonos contienen 16 de los 17 elementos de tierras raras más raros, el 80 % de la tabla periódica. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, son uno de los productos que más recursos consumen en términos de peso del planeta.
La extracción de los minerales como el cobalto, el oro y el litio, necesarios para los componentes, causa degradación del suelo, contaminación del agua y grandes emisiones de carbono.
En los desiertos de Chile, la minería de litio, consume miles de litros de agua potable, causando daños a ecosistemas y comunidades indígenas.
En la República Democrática del Congo, la extracción del mineral está vinculada al trabajo infantil, riesgos de seguridad, abusos ambientales y corrupción. Más del 40 % del cobalto proviene de minas artesanales donde niños trabajan en condiciones peligrosas. Se estima que de los 255.000 congoleños que extraen cobalto, 40.000 son niños, algunos de tan solo seis años.
Y siguen sumando: las redes móviles consumen una cantidad masiva de energía, proveniente en gran parte de la quema de combustibles fósiles. Se estima que, para 2020, el consumo energético de los smartphones superó al de las computadoras.
Y si eso no es suficiente, la obsolescencia programada y la rapidez con la que se reemplazan los equipos, provoca que millones de toneladas de celulares terminan en basureros cada año, donde sus componentes tóxicos (como plomo, mercurio y cadmio) contaminan el suelo y el agua, afectando la salud humana (con problemas respiratorios y reproductivos, entre otros) e impactando los ecosistemas.
En 2022, se desecharon más de 5.300 millones de celulares y solo el 17–22 % fueron reciclados correctamente.
En países desarrollados, el reciclaje de celulares supera el 50 %, mucho más que en países en desarrollo donde no supera el 15%.
¿Hay esperanza?
Si, hay esperanza, y parte de la solución está en nuestras manos. El reciclaje responsable es crucial para minimizar el problema. La reparación de dispositivos para extender su vida útil, la compra de teléfonos “reacondicionados” y el apoyo a marcas con políticas de sostenibilidad transparentes son acciones que podemos tomar.
Además, la industria está respondiendo con innovaciones en materiales sostenibles, programas de recuperación y reciclaje, y el desarrollo de tecnologías de red más eficientes, como la 5G, que busca reducir el consumo energético.
En resumen:
- Usa los celulares más tiempo antes de cambiarlos.
- Repara en lugar de botar.
- Compra “reacondicionados” con garantía de funcionamiento.
Fuentes: