El Nuevo Circo de Caracas fue inaugurado el domingo 26 de enero de 1919 con una corrida de toros y la proyección de la película “El Conde de Montecristo”

Por Javier González

Inaugurado el domingo 26 de enero de 1919 con una corrida de toros y la proyección de la película “El Conde de Montecristo”, el Nuevo Circo reemplazó al Circo Metropolitano (1896-1945) como el gran escenario taurino de la capital.

Pero por su arena han desfilado, además de las grandes figuras del toreo, campeones mundiales de boxeo, estrellas del canto lírico, reconocidos deportistas de disciplinas como tenis y baloncesto, virtuosos músicos y líderes políticos de diferentes generaciones.

Al costo de un millón de bolívares, el levantamiento de la obra fue encargado en el año 1916 por la Gobernación del Distrito Federal, al general Eduardo Mancera, quien a su vez encargó la construcción al ingeniero y arquitecto Luis Muñoz Tébar, quien falleció durante la Gripe Española antes de culminar la obra, que terminó de edificar el arquitecto Alejandro Chataing.

Inicialmente su aforo era de 8 mil 500 espectadores, que luego se fue incrementando hasta 11 mil 500 localidades, de acuerdo con diversas remodelaciones practicadas.

En la fecha de apertura, en horario vespertino, se registró la corrida protagonizada por los matadores españoles Serafín Vigiola (Torquito) y Alejandro Záez (Alé). Según crónicas de la época, se registró buena entrada, sin llegar al lleno total. Las reses criollas salieron sin bravura, resultando el festejo gris, sin brillo.

La noche del día inaugural, se dio inicio a la temporada cinematográfica, con la proyección de la película El Conde de Montecristo.

En 1927, poco antes de morir, por presiones gubernamentales, Mancera le traspasa la propiedad del mencionado circo a Gonzalo Gómez, hijo del dictador Juan Vicente Gómez. Años más tarde, en 1940, Gonzalo Gómez le vende el Nuevo Circo a Luis R. Branger, conocido empresario taurino

Además de los mejores carteles de las temporadas taurinas del siglo XX, el Nuevo Circo caraqueño ocupó el primer lugar entre los locales de espectáculos públicos de la capital en franca competencia con los teatros Municipal y Nacional. Su abandono y decadencia han sido consecuencia de muchos factores, como la apertura del Poliedro en el año 1974 y ausencia de programas de mantenimiento en la actualidad.

Las últimas corridas de toros en el Nuevo Circo se celebraron en el año 1997 y desde 1998 la instalación fue declarada monumento histórico por la Alcaldía Mayor de Caracas.

En 2005, la Alcaldía Metropolitana le expropia a la familia Branger la célebre edificación caraqueña. Posteriormente, en 2008, la propiedad del Nuevo Circo pasó a manos de la Alcaldía del Municipio Libertador.