En el marco de la celebración del natalicio de San José Gregorio Hernández, Banesco dedica un texto donde se comenta un poco de la vida del primer santo venezolano.
Por: Sebastián Pérez
Foto: Daniel Hernández (El Estímulo)
El 26 de octubre de 1864 en Isnotú, Trujillo, Benigno Hernández y Josefa Antonia Cisneros tienen a su primer hijo. En homenaje a su abuelo, Benigno decide que su primer hijo llevará de nombre José Gregorio; he aquí el comienzo de la maravillosa historia de José Gregorio Hernández Cisneros, un gran doctor y aportador a la educación de la medicina en Venezuela, pero sobre todo una persona dedicada al servicio de los demás y con una remarcable vocación religiosa.
Tuvo una infancia en un ambiente sencillo, familiar y profundamente católico en el pequeño pueblo andino de Isnotú. Durante este periodo de su vida, resaltó la importante figura de su madre Josefa. Ella fue quien dictó a José Gregorio las primeras lecciones de lectura y escritura, así como la catequesis inicial, sembrando la semilla de una fe católica que perduraría con él hasta el final de sus días. Lastimosamente, Josefa falleció cuando José Gregorio estaba por cumplir los 8 años. Una pérdida dolorosa para la familia Hernández-Cisneros pero que resultó en el afianzamiento de todas las enseñanzas que Josefa brindó a la familia.
A sus trece años, luego de la muerte de su madre, José Gregorio partió de Isnotú hacia Caracas para continuar sus estudios en el Colegio Villegas, donde completó el bachillerato, destacándose como un estudiante disciplinado, ordenado y puntual. En la capital, inició su camino profesional en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Central de Venezuela (UCV), donde se graduó como Doctor en Medicina en 1888.
En 1889, gracias a sus logros, el gobierno del presidente Juan Pablo Rojas Paúl le otorga una beca para que viaje a París con el fin de formarse en las principales escuelas de medicina de la época. Su objetivo en Europa no era solo adquirir conocimientos, sino también conseguir modernos microscopios, libros e instrumentos para importar a Venezuela la medicina experimental y sacarla del atraso en la que se encontraba.
El regreso de José Gregorio Hernández al país en 1891, luego de su intensa formación en París, donde dominó el idioma francés como si fuera su lengua materna, marcó el inicio de una nueva era en la medicina nacional. Es el comienzo de la etapa contemporánea y científica de la enseñanza de la medicina en Venezuela. El inicio de la modernización de un área que necesitaba un cambio y una mejora.
José Gregorio era un extraordinario docente, su principal contribución fue la actualización del saber médico. Asumió el compromiso de sus conocimientos y fundó tres cátedras en la Universidad Central de Venezuela: Histología Normal y Patológica, Fisiología Experimental, y Bacteriología. También estableció el Laboratorio de Fisiología Experimental, con las herramientas que trajo de su estancia en Francia. Más que un creador de nuevas prácticas, Hernández fue un gran maestro que puso en práctica los avances de la medicina moderna en el país.
Siempre se ha tenido una alta estima por José Gregorio Hernández, desde su época cuando vivía hasta la actualidad. Esta radica en la capacidad de combinar una profunda fe y su ejercicio profesional, dedicando su vida al servicio del prójimo. Hernández intentó seguir el llamado religioso en tres ocasiones, incluso llegó a ingresar a la Cartuja de Farneta, un prestigioso monasterio católico en Italia, pero una condición de salud lo obligó a regresar y asumir su vocación como laico caritativo y piadoso. A través de su particular atención a los más pobres y necesitados, se ganó el apodo de «El médico de los pobres». Se tiene testimonio de que no les cobraba, sino que incluso les ayudaba disimuladamente, lo que hizo que, junto a su carácter formal, metódico y su dedicación a la oración y la caridad, levantara profundos afectos en la sociedad.
San José Gregorio Hernández falleció trágicamente en Caracas el 29 de junio de 1919, a la edad de 54 años. Mientras se dirigía a atender a un paciente, fue atropellado por uno de los pocos automóviles que circulaban en la ciudad, en la esquina de Amadores. Su muerte causó una conmoción y duelo nacional inmediato, ya que el pueblo lo reconoció de manera instantánea no solo como el ilustre médico y científico que modernizó la medicina venezolana, sino como el hombre de fe que dedicó su vida entera al servicio desinteresado de los más pobres.
José Gregorio es el ejemplo de que a través del esfuerzo y el enfoque en servir al bien, se pueden lograr grandes cosas. La importancia de pensar en el prójimo, validarlo y empatizar con su situación, es lo que nos distingue a los venezolanos como sociedad. Que el servicio de José Gregorio se refleje en cada venezolano alrededor del mundo.
¡Feliz cumpleaños San José Gregorio! Gracias por ser un gran ejemplo a seguir.