Un estudio reveló que los recuerdos que las personas tengan de su niñez les serán de utilidad en las etapas de adolescencia y adultez. Por ello es importante que los padres estimulen a los niños a rememorar las experiencias de sus primeros años de vida.
Compartimos artículo publicado en The Wall Street Journal Americas titulado “La importancia de los primeros recuerdos”:
Lo que usted recuerde a partir de los 3 años puede mejorar aspectos de su vida bien entrada la adultez.
Los niños que tienen la capacidad de recordar y darles sentido a recuerdos cotidianos —como el primer día de educación preescolar o el día que murió la mascota— pueden utilizar esos recuerdos para desarrollar un mejor sentido de identidad, formar relaciones y tomar decisiones adecuadas durante su adolescencia y adultez, revelan nuevos estudios.
Aunque las vidas de muchos jóvenes hoy en día están ampliamente documentadas en fotos y videos en las redes sociales y almacenadas en los archivos digitales de sus familias, los estudios sugieren que las fotografías y los videos tienen poco impacto. Los padres juegan un papel más importante a la hora de determinar no solo los recuerdos tempranos que pueden retener los niños, sino cómo los interpretan y aprenden de sus primeras experiencias.
“Nuestros recuerdos personales definen quiénes somos, nos unen”, dice Robyn Fivush, profesor de psicología de la Universidad de Emory en Atlanta y autor de varios estudios sobre el tema. Los niños cuyos padres los estimulan a recordar y contar historias sobre sus experiencias diarias pueden desarrollar mejores aptitudes para abordar y resolver problemas cuando llegan a la preadolescencia y exhiben menores síntomas de depresión indican los estudios.
Los hallazgos provienen de la investigación sobre los misterios de la “amnesia infantil”, el hecho de que la mayor parte de los primeros recuerdos de la mayoría de las personas se disipan después de cumplir los 6 u 8 años, ya que el cerebro aún no ha desarrollado la capacidad de retenerlos.
En los últimos dos años, nuevas técnicas de investigación, como métodos mejorados de modelaje de datos y un mayor número de estudios que siguen los recuerdos de los niños a lo largo de varios años, han identificado comportamientos específicos que ayudan a los niños de hasta 9 años a retener recuerdos más nítidos y detallados.
Pocas investigaciones sobre la memoria infantil han incluido a los padres. Los que incluyen a la figura paterna muestran que las madres son más propensas a utilizar un estilo de conversación que estimula a los niños a retener los recuerdos tempranos.
Algunos recuerdos ayudan a forjar un sentido de identidad personal, dice un estudio de 2011. La gente recuerda experiencias cuando quiere sentir que es la misma persona que antes o cuando quiere entender los cambios que ha experimentado. Los sobrevivientes de desastres naturales, por ejemplo, podrían querer recordar la tragedia como prueba de que pueden superar experiencias difíciles y salir fortalecidos de ellas.
Otros recuerdos sirven para guiar el comportamiento. Las personas reviven recuerdos cuando deben tomar decisiones o para no repetir los errores del pasado. Una persona cuyo perro fue atropellado por un auto, recuerda eso para mantener a su mascota siempre sujeta a una correa en la calle.
Un tercer tipo, los recuerdos de lazos sociales, incluye relaciones con otros. La gente recurre a ellos cuando quiere fortalecer relaciones o forjar nuevos vínculos, dicen los estudios. Un universitario que participó en otro estudio recordó cómo su papá le leyó la trilogía completa de El señor de los anillos en sesiones de lectura antes de dormir como un aliciente para formar y mantener fuertes lazos familiares en su vida adulta.
La capacidad de hacer uso de los tres tipos de recuerdos augura un mayor bienestar psicológico, un mejor sentido de identidad y relaciones más positivas, según una investigación realizada entre 103 alumnos universitarios publicada el año pasado por la revista Memory. Se les pidió que recordaran cuatro episodios de su vida y mencionaran razones por las cuales pensaban que eran significativos. Luego llenaron cuestionarios para determinar qué tan satisfechos estaban con sus vidas, su nivel de autoestima y bienestar psicológico.
Además, los niños que podían evocar recuerdos más específicos eran capaces de pensar en más soluciones a sus problemas sociales, según un estudio de 2011 realizado por la Universidad de New Hampshire entre 83 menores de 10 a 15 años.
Widaad Zaman, coautora de trabajos sobre la memoria, dice que los recuerdos tempranos ayudaron a su hija de 4 años, Haneefah, a desarrollar un sentido de identidad.
A ella le encantaba acariciar a los perros de sus vecinos, cuenta Zaman. Pero el día que un perro vagabundo se acercó a la casa de la familia en Orlando, Florida, ladrando y oliéndola, “se puso a llorar y se asustó mucho”, dice Zaman. El recuerdo ha hecho que Haneefah sea muy reservada con los perros sueltos. A veces le dice a su madre: “A mí me gustaban los perros, ahora soy una persona a la que no le gustan los perros”.
El incidente le ayudó a Haneefah a hablar sobre sus sentimientos, una capacidad estudiada en investigaciones sobre habilidades para superar experiencias negativas. Zaman la animó a describir sus emociones y darles un nombre: miedo. “¿Has tenido otros momentos en los que te has sentido muy asustada?”, le preguntó. Desde entonces, Haneefah inicia conversaciones sobre sus emociones, y hace poco le contó a su mamá: “Tuve una pesadilla y me asusté”, dice Zaman.
Pocos adultos tienen recuerdos previos a los 3 años y medio, en promedio. Sin embargo, algunas personas tienen recuerdos creíbles desde incluso los 18 meses de edad. Otras no pueden recordar mucho antes de los 8 años, dice Patricia Bauer, psicóloga y decana asociada sénior de investigación en Emory.
Recuerdos tempranos tienen más posibilidades de sobrevivir cuando los niños son alentados a hablar de ellos tan pronto ocurre el evento. Los adultos pueden guiarlos a contar “una buena historia, que tiene un principio, un cuerpo y un final”, y ayudarlos a hablar sobre lo que significan, dice Bauer, un destacado investigador del tema. El comportamiento clave de las madres es “redirigir” la conversación siempre al niño, colocando la pelota siempre en su cancha, y haciéndole preguntas como: “Nos divertimos mucho, ¿no?” o “Cuéntame más”.
Los niños con madres que tienen “un estilo muy elaborado” de recordar con sus hijos, de hacerles preguntas abiertas de quién, qué, dónde y cuándo, son capaces a los 4 y 5 años de formar recuerdos más tempranos y detallados que otros niños, dicen los estudios. Los padres con un estilo de recordar más “repetitivo”, que hacen preguntas con respuestas de una sola palabra o que simplemente las repiten si su niño no responde, tienen hijos con menos recuerdos o recuerdos menos vívidos.
El método elaborado es fácil de aprender, dice Catherine Haden, profesora de psicología de la Universidad de Loyola, en Chicago, y coautora de un estudio de padres de 39 preescolares realizado en 2003. Los investigadores les dieron a los padres un folleto para leer, luego les mostraron un video que describe un estilo elaborado de conversación con los niños. Las madres que recibieron la capacitación adoptaron rápidamente el estilo.
Zaman dice que algunas veces tiene que hacer un esfuerzo consciente cuando está cansada u ocupada para hacer que su hija participe activamente en la conversación.
Luego de un viaje en barco un fin de semana reciente, Zaman alentó a Haneefah a describir su parte favorita, para demostrarle que “su versión de la historia es importante”, dice.
Imagen original: http://www.churchleaders.com/files/article_images/child_remember_927006731.jpg