En esta entrada compartimos la segunda parte de las reflexiones sobre la familia publicadas por Juan Carlos Escotet Rodríguez, presidente de la Junta Directiva de Banesco Banco Universal, en Twitter.
La familia no se pospone nunca. Quien deja a su familia para después, tarde o temprano se arrepiente.
No permitas que tus preocupaciones se tornen en remordimientos. Habla con tu familia. Habla, di lo que piensas.
Nada en el mundo es tan poderoso, tan verdadero, tan sustancial como la propia familia.
La familia debe ser lo sagrado. Como una iglesia propia. Ninguna violencia debe ser permitida.
En la familia subyacen criterios esenciales para la vida: diversidad en la unidad, crítica en la solidaridad.
Que no falte nunca una palabra o un gesto de amor: ese es el primer deber dentro de toda familia.
Lo más difícil para la familia: aprender a convivir con las diferencias. Amar no significa imponer un modo de existir.
La familia reunida, conversando: una escena que me llena de esperanzas.
La última palabra del día debe ser para los seres queridos: un buen deseo y el compromiso de segur juntos adelante.
La familia debe actuar en todas las direcciones: acercar a los primos, a los tíos, a los sobrinos.
El orgullo de la familia es sano si se refiere al compromiso de estar juntos y ser solidarios.
Educar a los hijos en la familia, es crear rutinas para que amen a los suyos. El amor de familia es siempre concreto.
Familia no debe ser palabra vacía. Cada familia debe llenarla de lazos, cualidades e historias.
Preguntar, escuchar las historias de otras familias: un modo de hacer más profundo el vínculo de amistad.
Nada más revelador que la presencia o ausencia de la familia en una conversación.
Más familia es más mundo, más opciones, más conocimientos.
Un privilegio: que la historia personal sea una historia de familia, de logros alcanzados en comunidad.