Francisco Rodríguez, capitán de bomberos

Publicado : 27 agosto, 2015

Categoria : Sin categoría

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Por Ignacio Serrano (@IGNACIOSERRANO)

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Francisco Rodríguez era un abridor de poderosa recta en las menores de los Ángeles de Anaheim, un legítimo prospecto que había firmado por un bono de casi un millón de dólares, cuando la gerencia de los querubines tomó una decisión que cambiaría la vida del caraqueño y la historia del beisbol venezolano.

Fue convertido en relevista. El preludiio del nacimiento del Kid, su real identidad deportiva.

Hasta ese momento, los californianos esperaban ver algún día al lanzador derecho como el número uno de una rotación que les hiciera contendores de la Serie Mundial. Pero las lesiones forzaron la barra. El windup del entonces adolescente le generaba demasiado estrés en el brazo. Los problemas físicos le perseguían.

Quizás si no hiciera 100 pitcheos por salida, pensaron en Anaheim. Si sólo hiciese 15 o 20 en cada presentación, el estrés se reduciría y su vida con la divisa sería larga y fructífera.

Rodríguez se convirtió en figura poco después de aquella decisión. Con él en el bullpen, preparándole el camino al cerrador Troy Percival, no solo contendieron en la Serie Mundial; también la ganaron, en 2002.

Luego vendría su temprano reinado como cerrojo, que le ha permitido, gracias a su consistencia, ser el pitcher más joven en las Grandes Ligas con 150, 200, 250, 300, 350 salvados, y contando. El récord de 62 rescates en una zafra. El abultado contrato con los Mets, que entre los apagafuegos sólo ha sido superado por el que unió a Mariano Rivera con los Yanquis.

El Kid ya alcanzó nuevamente los 30 salvamentos esta campaña y ahora es el número siete en el conteo de todos los tiempos. Cooperstown es una palabra que empieza a tener sentido para él. Ningún bombero activo ha preservado más victorias y sólo quedan leyendas por encima de su actual ubicación: Eckersley, Wagner, Franco, Smith, Hoffman y Rivera.

A este paso también se convertirá en el más joven con 400 salvados, a comienzos de 2016. Ya para entonces habrá dejado atrás al inmortal Eck. Y todo sin una recta superior a las 90 millas.

Porque el windup de Rodríguez sigue siendo explosivo. Su recta ya no. Ahora es un maestro del engaño, que mezcla el cambio de velocidad con otros rompientes, para seguir acumulando alrededor de 10 ponches por cada 9.0 innings, toda una proeza, especialmente por su baja taza de bases por bolas y su renovada capacidad para evitar los jonrones.

¿Hasta dónde llegará el Kid? No hay forma de saberlo. Pero sus registros ya pertenecen al territorio de lo asombroso.

Él mismo esta a punto de vestirse con los ropajes que únicamente lucen las leyendas.

Como Hoffnan, por ejemplo. Y Rivera.

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