Por Ignacio Serrano – @IGNACIOSERRANO
El año que acaba de irse será bien recordado en el beisbol venezolano como el año de Ronald Acuña Jr.
Los 12 meses transcurridos entre la postemporada de la LVBP y las 12 campanadas que abrieron paso a 2019 marcaron el inicio de una nueva generación competitiva para los criollos en las Grandes Ligas, con dos novatos de postín y una generación de relevo que pide paso en varias posiciones.
Ahora los grandes jonroneros son Jesús Aguilar y Eugenio Suárez, el mejor pitcher es Carlos Carrasco y Felipe Vázquez es el mejor cerrador.
En nuestro país, la LVBP celebró otro torneo en medio de las más grandes dificultades, signadas por el panorama económico de nuestra nación y con miles de corazones rotos, debido a la trágica muerte de Luis Valbuena y José Castillo por acción de piratas de carretera.
El emprendimiento que hoy sostienen ocho equipos, el doble que en 1946, se acerca a las ocho décadas de existencia ininterrumpida, lo que marca un hito en el deporte local y sienta un ejemplo de constancia en tiempos tan duros para la empresa privada.
Sobre tantas cosas buenas, incluyendo la medalla de bronce conseguida por la Selección Nacional en el Mundial sub 23, celebrado en Colombia, se erigen Gleyber Torres y el sorprendente Acuña, las caras nuevas de los diamantes venezolanos, la mejor noticia posible en un año en el que las lesiones nos impidieron ver en plena acción a Miguel Cabrera, el mejor pelotero nativo de todos los tiempos.