Figura fundamental de la Guerra Federal, le correspondió conducir el primer gobierno de la Federación en un contexto de fuertes pugnas caudillistas. No terminó su mandato.
Por Inés Quintero * | IG @inesquinterom
Nacido en 1820 en el actual estado Falcón, estudió en el Colegio Nacional de Coro y comenzó su carrera militar en el gobierno de José Tadeo Monagas. Ocupó las comandancias de armas de Maracaibo, de Coro y de Barquisimeto. Desde estas posiciones defendió la administración de los Monagas y, al estallar la Revolución de Marzo en 1858 para sacar del poder a José Tadeo Monagas, se mantuvo al margen.

Retrato de Juan Crisóstomo Falcón por Martín Tovar y Tovar, 1874.
Durante el gobierno presidido por Julián Castro, fue perseguido por su filiación liberal y expulsado del país. Desde la isla de Curazao, junto con otros exiliados, participó en la organización de la revolución federal. El 20 de febrero tuvo lugar el primer pronunciamiento de los federales en Coro, poco después Ezequiel Zamora desembarcó en La Vela y en julio llegó Falcón con sus tropas a Palma Sola. Luego de la muerte de Zamora en enero de 1860, Falcón asumió la jefatura y conducción de la guerra, participó en numerosos combates, gestionó la adquisición de armamento y llevó adelante conversaciones con el general José Antonio Páez para lograr un acuerdo de paz. Finalmente, en abril de 1863, se firmó el Tratado de Coche que puso fin a la contienda. En agosto dictó el Decreto de Garantías y, al año siguiente, la Asamblea Constituyente lo nombró Presidente de Venezuela y le confirió el título de Gran Ciudadano.
Gobernó en un clima de gran inestabilidad debido a la exacerbación de las pugnas caudillistas. Antes de concluir su mandato renunció a la presidencia, se retiró a Coro y, al triunfar la Revolución Azul, tomó la ruta del exilio. Se estableció en Francia y de allí, por motivos de salud, pasó a Martinica donde falleció en abril de 1870.
Sus restos fueron repatriados a Venezuela en 1874 y conducidos con honores al Panteón Nacional.