Por Michelle Roche
@michiroche
La lectura es el futuro. Ahora que comienza la época de los encuentros editoriales vale la pena recordar el origen de estos eventos y cuál es su importancia para la promoción de la lectura. Las primeras ferias del libro datan del siglo XV, cuando comenzó a consolidarse el negocio en Europa. Entonces nacieron las ferias de Frankfurt y de Leipzig, que para la fecha no eran exclusivas para la venta de libros. Allí está el germen del que hoy es el evento editorial más importante del mundo, la Feria Internacional del Libro de Frankfurt que cada mes de octubre ofrece un escenario de 180 000 m2 para que interactúen los principales editores de todos los mercados del mundo.
Organizada por pabellones temáticos y por las cámaras editoriales u organizaciones oficiales para la promoción de la literatura que representan a cada nación, distribuidas en torno al stand central de las agremiaciones, las cuales intervienen de diversas maneras sobre los modos de participación de sus asociados en los mercados de otros países, la Feria de Frankfurt resalta la influencia del desarrollo editorial en el fortalecimiento de las literaturas nacionales.
Según información del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC) –el ente de investigación y acción sobre la lectura, las bibliotecas, el derecho de autor y la economía del libro–, entre los países con mayor influencia —además de Alemania y los países anglosajones— Francia representa 16 por ciento e Italia, Holanda y España tienen cada uno 7 por ciento. De América Latina, los expositores brasileños representan un 2,5 por ciento y los argentinos un 1,7 por ciento seguidos por un conjunto de pequeñas editoriales de países periféricos invitados por el departamento internacional de la feria.
La de Frankfurt se corresponde a uno de los tres tipos de ferias propuestas por el CERLALC, por enfocarse solo en realizar negocios de comercio, manufactura y servicios entre los profesionales de las industrias culturales y proveedores de nuevas tecnologías. Por eso, en su programación se incluyen encuentros y seminarios técnicos. Este tipo de ferias son poco comunes en Iberoamérica, aunque de este tipo es Liber, la Feria Internacional del Libro de Barcelona, que en un período de crisis del sector ha generado mucho optimismo entre los editores españoles, que en la edición de 2013 contó con unas 700 editoriales y más de 12.000 visitantes profesionales.
En América Latina, la ferias más comunes son las organizadas para la venta de libros con escenarios y encuentros enfocados en el intercambio financiero; se trata de ruedas de negocios, comercialización de derechos, así como también las ventas al por mayor y al por menor de proyectos editoriales. Es en este marco en el cual se inserta la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, el segundo evento editorial anual del mundo y el primero de lengua castellana. En 2014, cuando este evento celebró su vigésimo novena edición y celebró a las letras argentinas, casi 800.000 personas asistieron a sus diez días de ofertas culturales. Los visitantes se sumaron a los cerca de 650 autores, provenientes de 32 países, en un festín de actividades que incluyó homenajes a nombres cruciales de la literatura en castellano como son Gabriel García Márquez, Octavio Paz, José Emilio Pacheco, Federico Campbell, Emmanuel Carballo y Ernesto Flores. A estas celebraciones deben añadírsele la entrega de múltiples premios y reconocimientos entregados a escritores entre los que destaca el del ganador del Premio de Literaturas y Lenguas Romances, el italiano Claudio Magris.
El evento se ha consolidado como la mayor plataforma editorial del continente Americano. Así lo confirma la asistencia de los casis 20.500 profesionales del libro que se dieron cita en la feria. El Salón de Derechos sigue consolidándose como el mejor foro para gestar negocios editoriales. Este año, 120 empresas de 29 países tuvieron alrededor de 3,250 citas de negocios. El Área del Libro Electrónico reunió a 26 empresas, al tiempo que por segundo año la FIL integró un stand colectivo de publicaciones en Braille.
Según datos de los editores, este año se tuvo un volumen estimado de negocios cercano a los 41 millones de dólares, cifra que incluye ventas directas al público y transacciones profesionales. FIL Niños, uno de los programas consentidos de la Feria, recibió a más de 160.325 asistentes. Durante la venta nocturna del viernes, actividad que es ya toda una tradición, se registró el ingreso de aproximadamente 29,300 visitantes. El año que viene, la feria tapatía se le dedicará al Reino Unido, con lo que pretenden estrecharse los lazos culturales entre la tradición de habla castellana y la angloparlante, cumpliendo así es el deseo de Fernando Zapata López, director del CERLALC, para quien las ferias del libro seguirán son extraordinarios escenarios para el encuentro alrededor de la cultura escrita.