Silvestre Guevara y Lira fue un sacerdote que ocupó la más alta jerarquía de la Iglesia Católica y tuvo destacada participación en la vida política venezolana.
Por Inés Quintero * | IG @inesquinterom
Silvestre Guevara y Lira nació en Chamariapa, actualmente Cantaura, estado Anzoátegui, en 1814. Se formó en la carrera eclesiástica en Guayana, lugar donde se recibió como sacerdote en 1836, convirtiéndose, años más tarde, en obispo de la Diócesis de Guayana (1847). Vinculado familiarmente con los Monagas, inició su carrera política como senador en 1848, durante el primer gobierno de José Tadeo Monagas y se mantuvo en el Congreso hasta 1854.
En 1852 fue designado Arzobispo de Caracas y consagrado como tal en la iglesia de San Jacinto al año siguiente. Desde esta posición organizó el seminario, restauró la catedral y mantuvo las mejores relaciones entre la Iglesia y los gobernantes. Como presidente del Congreso le correspondió firmar la Ley de Abolición de la Esclavitud, en 1854.
En tiempos de la Guerra Federal, fue activo defensor de los acuerdos para alcanzar la paz, acompañó al general José Antonio Páez en el Consejo de Estado y viajó a Roma para negociar un concordato con la Santa Sede. Con el ascenso de Antonio Guzmán Blanco al poder en 1870, se apagó su estrella política. Ante la solicitud del presidente de oficiar un tedeum para solemnizar el triunfo de la Revolución de Abril, Guevara y Lira condicionó su realización a la aprobación de una amnistía. Fue expulsado del país, de inmediato. Durante su exilio fue obligado a renunciar a su alta investidura para evitar un conflicto de mayor alcance entre el gobierno de Guzmán y la Santa Sede. Regresó a Venezuela en 1877 sin mayor influencia política en el país y sin desempeñar altos cargos dentro de la iglesia. Falleció en 1882. Antes de su muerte, el Papa le confirió el título de arzobispo de Amasia, fue elevado a prelado asistente del Sacro Solio Pontificio y condecorado como noble caballero romano.