Tomás Lander se mantuvo activo en la difusión del ideario liberal: defendió la libertad de cultos, la libertad de pensamiento e imprenta, la alternabilidad política, el derecho al voto y enfrentó los abusos de poder.
Por Inés Quintero * | IG @inesquinterom
Tomás Lander nació en Caracas en 1792 y se graduó de bachiller en la Universidad de Caracas. Fue un ávido lector y un autodidacta que dominaba el inglés y el francés. Apoyó la causa independentista en sus inicios, pero no se involucró en la contienda. En 1813 se marchó de Venezuela, estuvo en los Estados Unidos y en Europa. Regresó en 1820. A partir de entonces se comprometió con la difusión y la defensa de los principios liberales.
Al llegar a La Guaira tuvo el primer conflicto. El párroco del lugar le decomisó unos libros alegando que estaban prohibidos por la Iglesia. En un manifiesto público Lander calificó la medida como un atentado contra la libertad de pensamiento y ganó el pleito. Se destacó por sus posiciones políticas contra la unidad colombiana, las cuales expresó por la prensa; rechazó abiertamente el proyecto de constitución boliviana de Simón Bolívar en 1826 por su presidencia vitalicia y la excesiva concentración de atribuciones en el Poder Ejecutivo. En 1830 acompañó y defendió la disolución de la República de Colombia.
Se mantuvo activo en la difusión del ideario liberal: defendió la libertad de cultos, la libertad de pensamiento e imprenta, la alternabilidad política, el derecho al voto y enfrentó los abusos de poder. En 1840 fundó, junto con Antonio Leocadio Guzmán, el periódico El Venezolano y el Partido Liberal, convirtiéndose en los más irreductibles opositores al gobierno de José Antonio Páez y a la camarilla que lo acompañaba. Compartía su interés por la política con sus actividades económicas como hacendado y agricultor, fue miembro y fundador de la Sociedad de Agricultores y promotor de leyes que favorecieran la agricultura
En 1845, falleció intempestivamente, de un aneurisma. Su familia embalsamó sus restos y lo mantuvo sentado en su escritorio hasta 1884, cuando finalmente fue conducido al Panteón Nacional.