El acceso a material educativo o de entretenimiento que tienen personas con algún tipo de discapacidad visual es muy reducido. Además de ser costoso, la impresión de libros en braille aumenta en gran medida el número de páginas y esto dificulta todavía más su acceso, por ejemplo, La Biblia en este lenguaje tiene 40 volúmenes. El periodista del portal techinasia.co, Colin Moreshead, explica que, junto a estas dificultades, la tecnología en braille no ha tenido mayores cambios en la última década y sus precios se han mantenido por encima de los USD 1.000.
Por eso, la compañía surcoreana ‘Dot’ (que en español significa ‘punto’) presentó esta semana el primer reloj inteligente que quiere cambiar la manera en que las personas ciegas acceden a este tipo de desarrollos tecnológicos.
La pantalla está compuesta por 12 puntos que permiten crear hasta cuatro caracteres diferentes a la vez, y los mensajes que ahí se pueden leer son traducidos desde aplicaciones como iMessage a través de una conexión Bluetooth entre el reloj y un celular.
El cofundador y presidente de ‘Dot’, Eric Ju Yoon Kim, le contó a Moreshead que hasta ahora la única forma de conocer el contenido de un mensaje personal era usando opciones de voz, como la de Siri en un iPhone, una manera que si bien resulta efectiva, es también vergonzosa cuando se trata de palabras que envía una pareja.
“El reloj todavía no tiene competencia. La industria del momento produce elementos en forma de teclados con puntos para braille que se conectan a computadores por cables USB y cuestan miles de dólares”, explica Colin Moreshead.
Por ahora, el reloj de ‘Dot’ estará en el mercado estadounidense para diciembre de este año y su precio no será mayor a los USD 300. Si bien este será el mercado para su lanzamiento, la compañía de Eric Ju Yoon Kim espera llevar su invención a otros países, empezando por su natal Corea del Sur. “La visión de ‘Dot’ es hacer asequible la información en tiempo real para los ciegos… Lo que él quiere es que estas personas puedan disfrutar de las mismas ventajas tecnológicas que el resto de nosotros tenemos”, concluye Moreshead.
Fuente: El Espectador