Jobs, Stewart, Roddick y Bezos
No hay un modelo único para ser emprendedor, alcanzar el éxito no es cuestión de seguir una sola vía. Asimismo, la personalidad del emprendedor marca de manera importante cómo se desenvolverá frente a las circunstancias.
Compartimos artículo publicado en The Wall Street Journal Americas, titulado “Las cuatro nuevas razas de emprendedores” y escrito por Linda Rottenberg.
El mundo de los negocios vibra estos días con propuestas de cambio, y la mayoría de las conversaciones gira en torno a empezar algo nuevo. ¿Quiere ser exitoso? Póngase una sudadera con capucha y encuentre un garaje.
Sin embargo, el gran problema no es lograr lanzar algo nuevo, sino quedarse atascado una vez que lo haga. Siembra una iniciativa en su empresa pero no puede difundirla a toda la compañía. Crea un producto en su cocina pero le cuesta encontrar clientes. Lanza un emprendimiento social pero no sabe cómo sostenerlo. Apenas abandona el garaje, choca contra el tráfico que viene en dirección opuesta.
¿Cuál es la mejor forma de desenredarse? Mírese al espejo y evalúe sus virtudes y debilidades. He trabajado con muchos emprendedores y he hallado que con frecuencia pertenecen a una de estas cuatro categorías. La clave es conocerse a sí mismo.
Diamantes
Los diamantes son evangelistas carismáticos que buscan revolucionar la vida de las personas. Cuando tienen éxito, cambian las reglas del juego. Pero su fracaso puede ser desordenado y dramático. Los diamantes son brillantes, pero suelen ser egocéntricos.
Mark Zuckerberg y Ted Turner entran en esta categoría, pero el diamante por excelencia fue Steve Jobs. En cada etapa de su carrera, Jobs modificó la realidad para que encajara en su visión. No obstante, esa convicción a menudo lo llevaba a rechazar a otros y no estar dispuesto a compartir el protagonismo. Un diamante casi nunca es el mejor amigo de un empleado.
El diamante necesita escuchar para aprender. Uno puede tener visión, pero necesita el aporte de otros. Si no puede aceptar críticas, no descubrirá problemas. Y no olvide compartir su éxito. Formar un equipo no es suficiente; distribuya los méritos y los logros.
Estrellas
Pioneros dinámicos con grandes personalidades, las estrellas saben de manera instintiva lo que viene. Cuando las estrellas crecen, pueden proyectarse a nivel mundial. No obstante, suelen ser volubles y actuar solos. Piense en Richard Branson, Estée Lauder, Martha Stewart y Jay Z.
Lance Armstrong es un gran ejemplo. Forjó la Fundación Lance Armstrong, con sus características pulseras amarillas, hasta convertirla en una de las entidades sin fines de lucro más reconocidas del mundo. Sin embargo, cuando surgieron las acusaciones de dopaje, las donaciones se desplomaron. Si vive como una estrella, morirá como una estrella.
Para evitar esa situación comprometida, las estrellas deben asegurarse de que su organización cumpla la promesa de su personalidad. Designe a alguien para que se encargue de las cosas “aburridas” como las operaciones y el servicio al cliente. Además, tenga cuidado de la adulación. Busque a personas que complementen sus fortalezas, no sólo a los que lo halaguen.
Transformadores
Los transformadores son catalizadores de cambios sociales y culturales, como Howard Schultz o Anita Roddick. Normalmente operan en sectores anticuados, pero aspiran a modernizarlos. Realizar cambios es admirable, pero ¿puede durar?
En 1984, Roxanne Quimby, una madre soltera que hacía dedo en el estado de Maine, fue llevada en su auto por Burt Shavitz, un apicultor local. Los dos se enamoraron y Quimby empezó a vender protector labial. Pronto, Burt’s Bees estaba generando US$3 millones al año; luego fue vendida a Clorox por US$925 millones. Pese a que Quimby y Shavitz estaban revolucionando una industria monótona, su relación fracasó. Quimby fue criticada por quedarse con la mayor parte del dinero, y los clientes leales se quejaron de una adquisición empresarial de un negocio ecológico. Los transformadores pueden ser progresistas, pero sus innovaciones a menudo se desvanecen.
Los transformadores necesitan considerar las siguientes medidas preventivas. En primer lugar, haga que su estrategia sea tan convincente como su misión. La innovación no es suficiente, sino que también necesita una fuerte implementación para alcanzar sus ideales. Y segundo, preste atención a los hechos. Los transformadores que se enfocan en metas sociales a menudo desestiman datos molestos. No puede cambiar el mundo si sus números no cuadran.
Cohetes espaciales
Inventores brillantes que aspiran a hacer que sus emprendimientos sean más baratos, rápidos y eficientes, los cohetes espaciales tienen éxito usando la analítica pero suelen tropezar al no ser creativos. Jeff Bezos es el mejor ejemplo de un cohete espacial. Cuando estaba considerando abandonar Wall Street por la web, creó lo que llamó un “marco de minimización del arrepentimiento” para reducir las probabilidades de que le surgieran dudas. En Amazon, ha alabado los datos y la eficiencia, y los departamentos llevan a cabo “reuniones de métricas” cada semana. Otros ejemplares de este temperamento incluyen a Bill Gates, Michael Dell y Michael Bloomberg. Los cohetes espaciales tienen mentes formidables, pero a veces su enfoque estrecho da jaquecas a otros.
Los cohetes espaciales en ocasiones necesitan mirar más allá de las cifras. Los comentarios cualitativos pueden parecer anecdóticos, pero revelan conocimientos que los datos pueden pasar por alto. Pese a que las emociones podrían no ser cuantificables, importan. Si no se siente cómodo pensando de forma diferente, rodéese de personas que no tengan problemas en hacerlo.
No hay nada absoluto sobre estos cuatro tipos de perfiles, pero cuando los emprendedores los aprenden, he visto cambios. La lección es clara: para triunfar, no elija a un héroe para emular. Descubra sus propias tendencias, amplifique sus fortalezas y tenga presente sus defectos. El primer paso para crecer es conocerse a sí mismo.