Por Ignacio Serrano
@IGNACIOSERRANO
Hubo un tiempo en que no era común esto de ver a un campeón bate venezolano en las Grandes Ligas.
Hubo un tiempo en que era una verdadera rareza esto que hicieron José Altuve y Avisail García, disputándose durante toda una temporada el título ofensivo de la Liga Americana.
Ahora parece normal. Desde 2010, siempre ha habido un criollo alzándose con la diadema, sea Carlos González, Miguel Cabrera o el segunda base de los Astros de Houston.
Tres nativos estuvieron entre los mejores 10 toleteros del joven circuito, incluyendo a Marwin González, y han podido ser cuatro, en caso de que Elvis Andrus no cayera en un slump en la semana final, deslizándose hasta la duodécima plaza.
Nunca antes de esta década había sucedido esto de ver que representantes de la embajada nacional terminaran 1-2 en la carrera por el cetro de bateo. Desde entonces, ha pasado en dos de cuatro oportunidades, incluyendo el logro que hermanó al propio Altuve y a Víctor Martínez en 2014.
Esta era una tierra de shortstops, de grandes defensores del cuadro, el lugar donde se hicieron peloteros Luis Aparicio El Grande y su hijo Luis Aparicio Montiel, el Chico Carrasquel y David Concepción, Enzo Hernández y Manny Trillo.
¿Un Guante de Oro? Era lo habitual. Más de medio centenar acumula la expedición del patio en las Mayores. Batear sobre .300 era otra historia. No hablemos ya de contar con notables jonroneros.
Por eso es que los aficionados con más de 40 o 50 años de edad todavía nos asombramos con los progresos del presente. Antes de aparecer Andrés Galarraga, únicamente siete veces pasó que un venezolano consiguió un average sobre las tres centenas. Y eran siete, porque en 1981 Concepción y Luis Salazar se combinaron para conseguir la “hazaña” de ver a una pareja de compatriotas arriba del potro en una misma zafra.
Eran tan pocos, que entonces podíamos citarlos de memoria: Concepción y César Tovar, los únicos que lo habían hecho dos veces, y Salazar, Aparicio hijo y Vitico Davalillo.
Davalillo fue el primero de todos, con .301 para los Indios de Cleveland, en 1965. Ya se había subido a la cresta de la ola. Había ganado un Guante de Oro, había sido elegido para el Juego de Estrellas y ese año recibió votos para el premio al Jugador Más Valioso.
Vitico hizo mucho más que eso. Terminó tercero en la pelea por el liderato en la Americana. Únicamente cerró detrás de los legendarios Tony Oliva y Carl Yastrzemski. Nadie más que ellos bateó sobre .300 en aquella temporada.
Hoy es común. Desde Galarraga, 10 coronas han terminado en las sienes de los criollos, incluyendo ocho en las últimas ocho justas. Altuve se ha convertido en el primer pelotero en la historia con cuatro lideratos consecutivos en hits. García asoma como una estrella en emergencia.
Los tiempos cambian. Y a veces, cambian para bien.
WWW.ELEMERGENTE.COM