Es 19 de junio, fecha señalada en el calendario del año 2014 para la celebración del Corpus Christi, en este día se le rinde homenaje al Santísimo Sacramento. Y, así como ha sido desde hace cientos de años, las cofradías de diablos danzantes saldrán a las calles de algunas poblaciones de Venezuela a cumplir sus promesas, a seguir la centenaria tradición que recrea el triunfo del bien sobre el mal.
Como se indica en el recién bautizado libro “El lenguaje de los diablos” (*), en 2013 la Unesco consideró que la tradición de Los Diablos Danzantes de Venezuela reunía los méritos para ser incluida en la categoría de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Las danzas de los diablos del Corpus Christi es una práctica religiosa en la cual nuestro sincretismo cultural le rinde culto al Santísimo Sacramento con la finalidad de recrear el triunfo ancestral del bien sobre el mal.
En Venezuela contamos con varias cofradías en las cuales se particulariza este rito, generando un importante conjunto artístico de relatos orales, artesanías, música, danzas, cromatismos y prácticas religiosas que han sorprendido la pluma de escritores como Juan Liscano y Alfredo Armas Alfonso, así como la pasión visual de Carlos Cruz Diez, Nelson Garrido y Francisco Edmundo “Gordo” Pérez, entre muchos otros.
Juan Liscano escribió la crónica Fuegos sagrados (1989) de la que compartimos el siguiente fragmento:
Al repicar por tercera vez las campanas que llamaban a la misa solemne, irrumpía por una de las esquinas de la plaza, un impresionante grupo de diablos que al son de un redoblante se aproximaban al templo, bailando, gesticulando, embistiendo a los presentes. Serían como ochenta oficiantes trajeados de rojo; tocados en el hombro con una pequeña cruz de palma, cubierta la cabeza con una máscara con cachos, cosida a un largo lienzo del mismo color del traje, el cual recaía sobre las espaldas a manera de capucha. En la mano derecha agitaban una maraca y en la otra llevaban una fina caña con un pañuelo atado en el extremo superior, como un banderín, que servía para pedir y recolectar monedas. El impresionante cortejo alcanzó el portón del templo y se detuvo ante este, bailó hasta el momento en que comenzó el sacrificio de la misa.
Por su parte, Alfredo Armas Alfonso escribió el texto Los Diablos Danzantes de Yare (1950), en el que puede leerse:
(…) los diablos forman una secta o sociedad a la cual pagan contribuciones y deben obediencia y obligaciones. Están como aliados en la gran lucha contra la naturaleza adversa, contra los malos elementos de la tierra. Se consideran además, un poco culpables de todo; un poco diablos. Los azotes que reciben del capataz, la misma condición del disfraz, el mismo baile sofocante, son como expiaciones de una gran culpa. Por eso mismo, por esa extraña y alucinante mescolanza, es que podría hablarse de paganismo y fe religiosa en el caso de los diablos, típicos de Venezuela. Tratar de encontrar otra raíz a la tradición es atentar contra el nacionalismo, contra esa reserva pura de la más hermosa herencia. Lo único que nos queda del pasado, aparte de los libros de historia apolillados.
Si bien la de San Francisco de Yare, en los Valles del Tuy, es la más conocida, son muchas las cofradías que mantienen viva esta tradición. Compartimos algunos textos que fueron incluidos en el libro “El lenguaje de los diablos”:
SAN FRANCISCO DE YARE
“la culpa no tengo yo
de perder tantos cantares
porque son tantos pesares
se pierde hasta la ilusión
pero no la educación
porque yo soy el diablo de Yare”
OCUMARE DE LA COSTA
“Un mes se llevan los preparativos y ensayos para la diablada de Corpus Christi en Ocumare de la Costa. La hermandad ensaya sus danzas y los artesanos atavían las calles, montan los altares o elaboran los trajes, uno para cada diablo, que debe ser único. Esta es una física muy delicada y hay que prepararse muy bien, porque el jueves danzamos todo el día”. Juan Manrique, capataz de diablos en Ocumare de la Costa, 1980.
NAIGUATÁ
“Él va escondiéndose del Santísimo, porque el diablo no puede estar al lado del Santísimo, tiene que huirle a la cruz…Entonces uno va detrás de la procesión escondido. Siempre uno por aquí, otro por allá, uno quiere esconderse. Cuando el padre levanta el Santísimo es como si uno tuviera miedo, más bien…Esa es la religión del diablo. Todo esto tiene que ser así.” Norberto Iriarte, diablo de Naiguatá, 1981.
CUYAGUA
“Tengo catorce años en la cofradía de los diablos de Cuyagua y eso me ha dado vida y salud, gracias a Dios. Es porque nos basamos, hay que decirlo, en rendirle pleitesía al Santísimo Sacramento”. Carmelo Cenis, segundo perrero de los diablos de Cuyagua.
CHUAO
“Vimos la novedad, que había caído un diablo. Estaba el gentío en la plaza, que sintieron bailando al diablo ahí (…). Tuvo que caer la Sayona adelante pa’poderlo matar. Esa Sayona era preparada, de las que habían antes. (El diablo) estaba con las patas pegadas así como un murciélago”. Manuel Ladera, diablo de Chuao, 1980.
TINAQUILLO
“Los promeseros deben bailar siete años consecutivos y después deciden si se quedan en la cofradía o no. Por lo general le agarran el gusto porque bailando aumentan su fe”. Luis Cabrera, capataz de los diablos de Tinaquillo.
GALERIA DE FOTOS:
(*)”El lenguaje de los diablos” contó con el patrocinio de Banesco Banco Universal y fue editado por el Grupo Editorial Cyngular. Recoge un valioso material gráfico, pues además de fotografías de Cruz Diez y de un clásico del fotoperiodismo como Francisco Edmundo “Gordo” Pérez, están presentes instantáneas captadas por Nelson Garrido, Alfredo Armas Alfonzo, Antonio Briceño, Amilciar Gualdrón, Jorge Luis Santos y del Centro de la Diversidad Cultural.