Curador del mes de noviembre en el Concurso #Retratos de Venezuela de @banescobancouniversal
Tema del mes: el retrato documental o ambientado.
Por: Lorena González Inneco
La obra fotográfica de Ricardo Jiménez es una profunda documentación de itinerarios personales, donde las cartografías del afuera se mezclan con las texturas del yo para plasmar la re-elaboración poética de instantes inusuales, atrapados en los sensibles relatos de cada una de sus imágenes. Así lo develan series como Caracas desde el carro, La noche, Gallos, Bitácora, Paisajes verticales y Carreteras nocturnas, amplias investigaciones que entre muchas otras propuestas, lo han destacado como uno de los documentalistas con mayor poder en la capacidad narrativa de su fotografía. En su obra, la imagen es el argumento, la palabra, el decir capaz de desatar una polifonía de escenarios que se abren ante el espectador.
RJ.- Mi pasión por la fotografía la atribuyo a un gusto natural por la imagen. Cuando niño veía mucha televisión y habían revistas que me devoraba, como la revista LIFE y revistas de mujeres de mi hermana como Vanidades. Estas revistas me llamaban la atención por la cantidad de buenas fotografías que habían en ellas. Después cuando estaba estudiando psicología en la UCV, me compré una cámara y comencé a trabajar. Allí empezó todo. Me apasionó la mecánica y me fui interesando cada vez más.
LG.- Pero profundizaste tus estudios en Inglaterra…
RJ.- Así fue. Aquí empecé a hacer trabajos en foto fija en cine, y después decidí que lo mejor era irme. Me fui a Inglaterra en el año 77, a la aventura. Cuando llegué ya estaba Ricardo Gómez allá y me dijo que hiciera unos cursos de fotografía que él ya conocía para que preparara un portafolio. Así fue como me aceptaron en un pueblito que se llama Bournemoth, y estudié en la Bournemoth and PooleCollege of Art and Desing, una escuela de diseño, arte y fotografía. Habían profesores estupendos, además era muy libre porque tenía la parte comercial y también la parte artística. Se combinaban además, podías ser comercial pero siempre buscando el componente creativo, el acabado, el concepto.
LG.- Eso es de algún modo lo que anida en tu trabajo, lo que ha sucedido ¿no? El retrato comercial lo has desarrollado con Ricardo Gómez Pérez con el alias de los reconocidos Ricar2, y todo tu otro trabajo va hacia una parte más íntima, con una gran fuerza poética.
RJ.- Exacto, se dio tal cual en mi carrera.
LG.- ¿Y cuál es la diferencia entre ambas vertientes?
RJ.- Bueno, creo que la única diferencia es la pauta. En una, en la comercial,existe la pauta dictada por un cliente y en la otra es una especie de auto-pauta, donde la asignación la das tu mismo.Tienes una inquietud, vas viendo temas que puedes desarrollar o simplemente vas por una calle tomando fotos y surge lo que estás buscando. En la comercial también es así pero bajo la pauta de un otro. Aunque sigas la pauta del cliente, atento a lo que él te pide, siempre vas a llevar las cosas hacia ti. Y allí está tu marca también, hurgando en meterle la magia de la fotografía, en hacer una imagen que cree interrogantes, que desate sorpresas.
LG.- Un retrato ambientado…
RJ.-Exactamente.
LG.- ¿Cuando nos referimos al retrato ambientado que es pautado por un cliente, cómo es el mecanismo?
RJ.- Primero que todo, yo no creo que cuando uno está haciendo un retrato, uno esté logrando retratar o fotografiar la personalidad o la esencia de esa persona que uno tiene enfrente. Eso es falso. Realmente al final lo que sale es lo de uno, son las obsesiones propias la que surgen allí.A nivel técnico primero que todo tiene que haber una buena luz. Tiene que combinar el ambiente y la escena con la pose de la persona. A mi no me gustan mucho los retratos que son el rostro nada más. Me gusta precisamente ver eso, una atmósfera que creaste entre la persona y lo que lo rodea. Pero es un proceso muy rápido. Por eso te digo que hay mucho de uno allí. Es imposible leer o traducir en quince minutos la esencia de alguien que estás viendo por primera vez. Lo que está es tú mismo. Te estás fotografiando a ti mismo cuando haces determinadas combinaciones de la luz, de patrones, de poses, de mobiliarios, incluso cuando giras la cámara y eliges un encuadre específico. Todas esas cosas son tuyas.
LG.- Y en el caso de tu rama más personal, en esa de tu propia pauta,¿cómo es tu trabajo, tu conexión?
RJ.- En el caso de la parte artística me he dedicado más al tema documental, a los retratos de personas, de situaciones u objetos en la calle. Es una fotografía de calle. Cuando veo un personaje hago varias cosas según la situación. Lo puedo parar y decirle que le voy a tomar una fotografía. Pero también capturo muchos personajes que están ensimismados, que están en su propio mundo, por decirlo de alguna manera. Son personajes que parecen decirme algo y a los cuales voy a encuadrar dentro de un rectángulo. Entonces te vas metiendo en esa realidad…
LG.- Pero también tienes narrativas amplias bajo esa misma dinámica, cuerpos de trabajo que tienen que ver con itinerarios específicos.
RJ.-Por supuesto. Por ejemplo, Caracas desde el carro es uno de los trayectos más interesantes, porque allí pude meterme en los momentos de la gente sin que ellos se dieran cuenta. Es como si pudieras robarle un instante a la persona. Lo mismo pasa en otros trabajos que hecho, series amplias como La noche.
LG.- ¿Y Bitácora?
RJ.-También. Ese trabajo se construye siguiendo la tradición de la fotografía de viajes que es la que más me interesa. Y siguiendo en especial a Robert Frank que hizo ese maravilloso libro de toda la sociedad norteamericana con el título The Americans, viajando por los Estados Unidos. Bitácora surgió de una invitación que me hicieron para participar en la Bienal de Guayana en el año 1997. Entonces se me ocurrió hacer un viaje no de un solo día, sino de varios días para ir fotografiando lo que me encontrara a mi paso. Una ruta fotográfica…
LG.- Hay grandes retratos en ese recorrido de Bitácora. Imágenes de un viaje construido con una sensibilidad muy especial.
RJ.- Yo creo que a mí me atrae muchísimo la soledad de las personas y me atrae mucho la posibilidad de robarles ese momento en el que están con ellos mismos. Cuando logro atraparlo y engranarlo con lo que los rodea, pues se queda allí en la fotografía y es fantástico.
LG.- Pero eso que me dices, aunque siempre se trate de ti, es muy opuesto a tu otro trabajo de retratos por encargo. Porque allí está la gente lista y preparada para verse, posando.
RJ.- Es verdad, es totalmente distinto. Fíjate que una vez estábamos Ricardo Gómez y yo fotografiando en el estudio para la revista Gerente. Estábamos fotografiando a una cantidad de profesionales y el tema era algo relacionado con la gerencia que se mira a sí misma. Entonces pusimos un montón de espejos en el estudio para que nos salieran varias imágenes combinadas de los personajes. Y siempre me llamó la atención que cuando estábamos en el descanso cambiando el rollo y reacondicionando las cámaras, la persona a la que estábamos fotografiando estaba mirándose en el espejo, y además por el tipo de escenario que montamos tenían la oportunidad de verse por todos los ángulos posibles…
LG.- Por eso, el silencio que trazas en capturar la soledad del otro en tu trabajo personal, es totalmente opuesto a esta dinámica que narras.
RJ.- Es cierto, la gente está por allí sin saber ni siquiera que yo ando con la cámara. Y luego develo una imagen que cada quien puede interpretar como quiera. Lo mismo me pasa con los objetos y los espacios. Siempre estoy tratando de buscar ese momento en el que pueda crear una incógnita a través del encuadre, de las sombras, de la luz. Es como levantar desde la imagen un cuento breve, una pequeña narración. Combinar elementos: estructuras arquitectónicas, cosas insólitas, cuestionamientos a la contaminación, situaciones, eventos surrealistas, tránsitos cotidianos que parezcan irreales. Una de las cosas que más me atrae es esa: hacer fotografías de la realidad pero lograr que parezcan irreales, extrañas… ese juego me gusta mucho.
LG.- Y con el celular, ¿cómo va esa experiencia?
RJ.- Muy compleja… Aunque te parezca ilógico lo que te voy a decir, no me siento tan cómodo con el celular como con la cámara. A muchos fotógrafos les gusta mucho más el celular. Lo que pasa es que con la cámara siento que me puedo proteger o esconder detrás de ella. Con el celular me encuentro siempre muy frontal, muy expuesto. Lo veo más fugaz. Y como está combinado con las redes sociales, tiene una velocidad en ese asunto de mostrarse a uno mismo todo el tiempo que todavía no me convence.
LG.- ¿Qué cámara usas en este momento?
RJ.- Yo siempre he usado una Leica. Siempre me acostumbré a ella y…esa es la propia.
LG.- ¿Pero trabajas digital o película?
RJ.- Todavía estoy trabajando en película, porque me gusta mucho. Cuando es un trabajo que hay que hacerlo rápido lo hago en digital. Pero me gusta mucho la película por el tiempo que comporta. No hay apuro. Vas tomando y vas evaluando el resultado después de unos días o semanas o meses. Vas a revelar y vas trabajando y observando el revelado, el negativo… Surgen las dudas, no sabes si la pegaste, salen sorpresas, y luego haces la prueba de contacto y comienzas a ver con la lupa, y allí sigues observando…Todo ese ritmo me gusta. Hasta llegar finalmente al cuarto oscuro donde ya escogiste una imagen y finalmente aparece esa realidad allí, es un momento muy bello.
LG.- ¿Tienes algunas recomendaciones para los participantes a la hora de ir tras ese retrato documental o ambientado?
RJ.- Definitivamente la luz. La luz es lo más importante, desde el fulgor hasta la ausencia de contraste. Hay que mirar y aprovechar lo que va pasando: una acera sucia, un hueco con una persona próxima a caer, algo que te pueda crear una historia, que te permita combinar la atmósfera y la arquitectura con algo que tu creas puede ser un relato. Hay que esperar, tener paciencia, dejar que la gente pose, que el contexto viva, mirar con atención esa historia que va a surgir. En el caso de este concurso, y al practicar la telefonía con celular, tienen más ventajas. Lo bueno del celular es su practicidad, no es aparatoso, es fácil de esconder y les permite ser discretos y fotografiar. Hay que hacer muchas imágenes, muchas. Buscar siempre ser invisible y fotografiar muchas veces.
LG.- ¿Sales todos los días a tomar fotos?
RJ.-Siempre salgo, pero no con la disciplina que debería ser. Debería salir todos los días. Hace poco que lo intenté buscando la hora en que supuestamente los malandros están durmiendo. Y salí por varios meses todos los días, de seis a diez de la mañana.
LG.-¿Y a dónde vas?
RJ.- Siempre me gusta ir al centro de Caracas. El centro es muy bello y hay muchas cosas y situaciones por allí. Otra zona es Las Acacias, la Av. Victoria, pasa de todo por esos lugares. Pero sí, el ritmo real para mi ejercicio es como el de un músico: debo ensayar todos los días por lo menos unas cuatro o cinco horas. A veces lo logro y a veces no. Pero hay que hacer un esfuerzo y obligarse.