Por: José Suarez Núñez

La casi desaparición de abultados inventarios ha recuperado los precios, y el repunte del valor del crudo ha recompensado a los que participan en los recortes de producción y también ha desatado una nueva ola de crecimiento de los Estados Unidos.

La caída de la producción petrolera venezolana no le permitirá grandes ingresos superiores al pasado, cuando el precio del barril sobrepasaba los 100 dólares, pero algún beneficio traerá, aunque no hay suficientes crudos para participar en el mercado.

Junto con las ganancias de Brasil, Canadá y Noruega, los mercados del petróleo ahora se ven adecuadamente abastecidos hasta el 2020. Sin embargo, no hay necesidad de complacencia, y ahora se necesita más inversión para garantizar suministros seguros, a fin de satisfacer el sólido crecimiento de la demanda.

Se espera que la economía mundial respalde los incrementos en la demanda de petróleo. El Fondo Monetario Internacional ve un crecimiento económico global del 3,9% en la primera parte del año, y se espera que todas las regiones reciban los beneficios.

Las economías fuertes usarán más petróleo y se pronostica que la demanda crezca a una tasa promedio anual de 1.2 millones de barriles diarios.  Para el año 2023, la demanda de petróleo llegará a 104.7 millones de barriles diarios,  según los analistas más optimistas, con la desaparición de los inventarios.

China y la India juntas contribuirán con casi el 50% de la demanda mundial de petróleo. A medida que la economía de China se vuelve más orientada al consumidor, la tasa de crecimiento de la demanda de petróleo se ralentiza a 2023, en comparación con el período 2010-2017. Por el contrario, el ritmo de crecimiento de la demanda de petróleo en India será más conservadora.

Si pudiera surgir un contratiempo de demanda o de producción, habría que restarle un monto de 1 millones de barriles diarios para 2023,  después de expandirse en 1.4 millones de barriles en 2018. Hay señales de sustitución del petróleo por otras fuentes de energía en varios países. Un buen ejemplo es China, que cuenta con algunas de las normas más estrictas de eficiencia y emisiones de combustible del mundo.

A medida que el país reconoce la necesidad urgente de abordar la mala calidad del aire en las ciudades, los esfuerzos se intensifican. Las ventas de vehículos eléctricos están aumentando y hay un fuerte crecimiento en el despliegue de vehículos de gas natural, particularmente en flotas de camiones y autobuses.