Para iniciarse en el modelo de negocio de la franquicia no hace falta disponer de una gran suma de dinero, al contrario, en los últimos años han surgido las llamadas microfranquicias que permiten a las personas convertirse en emprendedoras con un menor capital.
Compartimos artículo aparecido en el site de Profranquicias.com titulado “Las microfranquicias” y firmado por Alfonso Riera, socio-director de Front Consulting Group.
El proceso evolutivo del sector franquicias en Venezuela ha sido uno de los mas efervescentes del continente en los últimos años, tanto albergando franquicias extranjeras como generando franquicias locales. Uno de los formatos más originales que se ha comenzado a desarrollar, producto del ingenio empresarial criollo, son las llamadas “microfranquicias” o “franquicias de bajo impacto”, conformadas por los ya comunes “kioscos”, “carritos”, “stands” “franquicias personales” y hasta “mini-locales” que comienzan a conquistar buena parte de los puntos comerciales de las principales ciudades del país.
Este tipo de franquicias se caracteriza por tener unos costos totales de inversión relativamente bajos, oscilando entre los 5 y 25 dólares; igualmente muchos de ellos son negocios “mono-proveedores” y “unipersonales”, en el entendido que generalmente comercializan servicios, o bienes surtidos por un solo proveedor que suele ser la propia empresa franquiciante, Por otra parte suelen ser atendidos por uno o dos empleados (por turno). Estas características son derivadas de una realidad socio-económica de generar negocios ligeros, muy típica en Latinoamérica. Esto permite a los inversionistas incursionar en un negocio propio con montos asequibles, de sencillo manejo operativo, proveeduría directa por parte de la casa matriz, y la posibilidad de ubicarse, no en locales comerciales de gran medida, sino en escasos metros cuadrados o espacios bidimensionales (pasillos o esquinas), manteniendo así costos operativos moderados y que bien ubicadas pueden llegar a producir beneficios muy interesantes. He allí el porqué del nombre con el cual se les denomina: “Microfranquicias” o “Franquicias de bajo Impacto”.
Latinoamérica ha sido cuna de una gran variedad de este tipo de franquicias generalmente inclinados a los rubros alimenticios y de servicios, con estándares de calidad, atención e higiene suficientes como para haber reivindicando varios de nuestros conceptos más tradicionales tales como: ventas de chicha, kioscos de revistas, cocadas, recarga de cartuchos, raspados, cachapas, pastelitos, tequeños, empanadas, perros calientes, intermediación inmobiliaria, venta de bolsos y accesorios, churros, café, dulces, entre otros; que habiendo probado su éxito en sus mercados locales, algunas comienzan ya a incursionar en la exportación de sus conceptos.
Sin duda debemos seguir apoyando y promoviendo a las “microfranquicias” en nuestros países como una importante alternativa de inclusión social, amparada en el factor multiplicador de generar nuevos microempresarios de forma asistida en un sector muchos más amplio de la población.