Por Ignacio Serrano
@IGNACIOSERRANO
Pocos aficionados le seguían los pasos a Pablo López, un pitcher derecho nacido en Cabinas con muy poco recorrido en el beisbol profesional. Pero este zuliano de 22 años de edad ya es de grandeliga.
López recibió la noticia de su ascenso mientras hacía una apertura en Triple A, una más en esta sólida campaña que le hizo pasar del anonimato a la Mayores.
Hace poco más de un año pertenecía a los Cardenales de Lara y a los Marineros de Seattle, pero ambos equipos lo cambiaron en cosa de semanas: los pájaros rojos lo enviaron a las Águilas del Zulia y los occidentales lo embarcaron a los Marlins de Miami.
Todavía no debuta en la LVBP, así que no sabemos cuál será su conclusión sobre el traspaso de unos a otros emplumados. Pero en el norte no puede estar más satisfecho.
López ha sido un seguro monticulista desde que se sumó a las granjas de los peces y cautivó el ojo de los técnicos del equipo grande cuando por primera vez se mostró delante de ellos, en el último Sprint Training.
Ese desempeño primaveral fue la antesala de lo que vendría después. El diestro dominó a placer los bates rivales en Doble A, y mantuvo su desempeño en la categoría superior a esa, hasta recibir el llamado que le permitió convertirse en un nuevo miembro de la expedición nacional en la gran carpa.
Todavía es un virtual desconocido en su propio país y no está claro si lanzará con los rapaces en la temporada 2018-2019. Pero ya consiguió el sueño de todo pelotero profesional: llegar al mejor béisbol del mundo y recibir allí su primera oportunidad.