Su obra y reflexiones constituyen referente esencial en la edificación de las nuevas naciones por sus aportes en el campo de las relaciones internacionales, de la legislación, de la codificación y por la importancia que le otorgó al idioma, no sólo en la consolidación del orden nacional sino para garantizar la unidad continental.
Por: Inés Quintero |@inesquinterom
Andrés Bello nació en Caracas en 1781 y murió en Chile en 1865. La primera etapa de su vida transcurrió en su ciudad natal, durante los años de la colonia.
En junio de 1810 viajó a Londres como secretario de la misión diplomática integrada por Simón Bolívar y Luis López Méndez. Allí permaneció hasta 1829, en los difíciles años de la guerra y de la unión colombiana, en medio de grandes penalidades, dedicado al estudio y procurando conseguir un destino estable para sostener a su familia.
A partir de 1829 se estableció en Chile, donde tuvo oportunidad de profundizar y darle continuidad a su densa producción intelectual, ocupando además importantes cargos políticos y académicos.
La obra y reflexiones de Andrés Bello constituyen referente esencial en la edificación de las nuevas naciones por sus aportes en el campo de las relaciones internacionales, de la legislación, de la codificación y por la importancia que le otorgó al idioma, no sólo en la consolidación del orden nacional sino para garantizar la unidad continental.
Por la complejidad, profundidad y amplitud de su producción intelectual ha sido calificado por Pedro Grases, estudioso de su obra, como el primer humanista de América. La última edición de sus Obras Completas en 24 tomos se hizo en 1981, al cumplirse 200 años de su nacimiento.
Imagen: Retrato de Andrés Bello, rector de la Universidad de Chile, realizado por el pintor francés Raymond Monvoisin, 1844.
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