Por Ignacio Serrano
@IGNACIOSERRANO
¿Cuántos peloteros han regresado a los diamantes, luego de haber aparecido en la planilla de votación del Salón de la Fama?
Piénselo. Es un verdadero desafío. Las reglas de Cooperstown estipulan que nadie es elegible hasta que complete cinco años en el retiro. No vale solamente con anunciarlo. Hay quienes se arrepienten e intentan volver. Cinco años es un plazo suficientemente largo como para tratar de reandar los pasos y probar lo improbable.
A menos que Dios tenga otra idea.
Eso es lo que explica el intento del veterano Carlos Zambrano.
El Toro Zambrano, un cristiano ferviente, dijo muchas veces, durante su carrera con los Cachorros de Chicago —a veces exitosa, a veces tormentosa— que en cualquier momento se bajaría de la lomita, para dedicarse a pastorear almas.
Lo hizo, finalmente, hace un lustro. Y en enero apareció en la planilla de votación del Salón de la Fama, aunque sin lograr un voto.
Es curioso que Zambrano cuente hoy que la palabra de varios pastores le convenció de que Dios le quería de nuevo sobre el morrito, no sólo para lanzar con el Magallanes, sino para llegar nuevamente a las Grandes Ligas.
Tiene 37 años de edad y acaba de probar suerte en México. No quedó muy satisfecho y está seguro de que puede dar más. De hecho, está convencido de que va a brillar. Es lo que intenta en este regreso impensado a la LVBP, luego de pasar la mitad de una década sin lanzar.
