Michelle Roche Rodríguez
@michiroche
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Una leyenda urbana hacía mención al positivo desarrollo de la literatura infantil y juvenil en Venezuela, sustentada, qué duda cabe, en las experiencias exitosas de las varias veces premiadas editorial Ekaré y el Banco del Libro, cuyos planes de promoción literaria de cambiaron los hábitos de lectura en los 55 años que tiene entre los venezolanos.
Pero si bien en el mercado de los libros para niños aún quedan muchas cosas por mejorar y ese mercado ha tenido su parte en la crisis del país, las instituciones bandera del sector han sabido mantenerse a flote y demostrar por qué los que saben de estas cosas en América Latina piensan que Venezuela está a la vanguardia de la literatura infantil.
Un ejemplo de esto es el más de medio siglo que tiene el Banco del Libro trabajando no solo la promoción de la lectura entre los niños sino en la posibilidad de convertir a los libros en herramientas para el desarrollo. De hecho, esta organización no gubernamental creada por Virginia Betancourt y ahora dirigida por Beatriz Medina se ha merecido numerosos galardones por sus logros en la promoción de la lectura en áreas menos favorecidas de Venezuela. En 2012 recibió el premio Unesco Hamdan en Dubai por su proyecto “Palabras por y para la no violencia”, llevado a cabo en escuelas de Chacao y Baruta.
El galardón concede especial importancia a las prácticas que se destacan por el aporte al desarrollo de las comunidades marginadas y desfavorecidas y tiene como objetivo facilitar el intercambio mundial y la difusión de prácticas docentes y cada dos años se conceden 90.000 dólares a los ganadores.
Con nombre pemón. Hace 35 años, como la princesa Margarita del poema homónimo de Rubén Darío que una tarde “vio una estrella aparecer (…) y la quiso ir coger”, Verónica Uribe y Carmen Diana Dearden se lanzaron a la aventura de fundar un sello editorial dedicado a producir libros infantiles para los venezolanos. Entonces, aquello era una proeza, como cortar una estrella del cielo “para hacerla / decorar un prendedor, / con un verso una perla una pluma y una flor”.
En Venezuela había pocas publicaciones para niños y casi todos los libros para ese mercado llegaban de Argentina y España, así que los pequeños lectores nacionales no se sentían identificados con sus acentos marcados y culturas foráneas. Uribe y Dearden, ambas editoras, traductoras y escritoras de libros para niños, querían crear un sello con el profesionalismo de las editoriales anglosajonas, para lo cual viajaron a Nueva York para prepararse.
Ekaré comenzó como un proyecto de promoción de lectura del Banco del Libro, pues le venía perfecto a la institución filantrópica para probar sus postulados. Érase una vez. Dearden y Uribe trabajaban en el Banco del Libro. La primera estaba encargada del programa de Bibliobuses y el de las Bibliotecas de Guayana. Mientras, la segunda era asistente de Virginia Betancourt, era investigadora en el centro de documentación y fue una de las creadoras del Premio los Mejores Libros para Niños y Jóvenes.
Entre finales de 1978 y principios del año siguiente se fundó Ekaré, cuyo nombre proviene de la palabra que significa “cuento” en la lengua amerindia pemón. La selección del nombre fue un tributo a la primera colección que editó el sello: Narraciones indígenas. Tan importante fue esta colección que inmortalizó en tres generaciones de niños la historia del Rabipelado burlado -un animalito hambriento que recorre la sabana en busca de un ave para alimentarse, pero todas se le escapan-. Debido a que fue el primero de los cuatro libros que Uribe y Dearden publicaron ese primer año, la fecha escogida para el cumpleaños de Ekaré es el día de la publicación del cuento del rabipelado, en 1979.
En el sello que dirige María Francisca Mayobre ahora trabajan más de 30 personas y posee un catálogo con casi 200 títulos que se venden por todo el mundo. Además, poseen 2 extensiones internacionales, una en Santiago de Chile -dirigida por Uribe- y otra en Barcelona, España. Aunque son modestas y de pocos empleados, como dice Mayobre, evidencian que los libros nacionales para niños tienen calidad de exportación.
Más que una editorial de bestsellers, Ekaré se fortalece con las reediciones, que convierten a sus libros en clásicos. Por eso, al año publican cerca de 50 títulos, de los cuales una decena son novedades y cada tiraje está entre 3.000 y 6.000 ejemplares. La directora editorial señala que dentro del catálogo destaca un libro que ya es considerado un clásico: Margarita, que data de 1980 y se hizo a partir del texto del poeta uruguayo Rubén Darío, con ilustraciones de la germano-venezolana Monika Doppert. Por eso, la arrojada princesa Margarita que persigue astros no sólo es el éxito de Ekaré, sino su símbolo.