Unesco designó a los Diablos Danzantes de Venezuela como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad

 

El Comité para la salvaguardia del patrimonio inmaterial, reunido en la sede de la Unesco hasta el 7 de diciembre, inscribió a los Diablos Danzantes de Venezuela en la Lista Representativa del patrimonio cultural inmaterial. Además de la popular manifestación venezolana, la Unesco incorporó elementos de otros países como Argelia, Armenia, Austria, Azerbeiyán, Bélgica, Bolivia, Brasil, Colombia, Croacia, Ecuador, Francia, Hungría, India, Irán, Italia, Japón, Marruecos, Mali, Burkina Faso, Costa de Marfil, Omán y la República de Corea.

 

Sobre la fiesta venezolana, la Unesco refiere que “las pequeñas comunidades de la costa central de Venezuela celebran de manera especial el Corpus Christi, festividad de la Iglesia católica romana que conmemora la presencia de Cristo en el sacramento de la eucaristía. Grupos de hombres adultos, muchachos jóvenes y niños, disfrazados de diablos enmascarados, ejecutan pasos de danza hacia atrás, en actitud de penitencia, al mismo tiempo que una jerarquía de la Iglesia católica avanza hacia ellos llevando el Santo Sacramento”.

 

El acompañamiento musical de la procesión se efectúa con instrumentos de cuerda y percusiones, mientras que los fieles hacen sonar maracas para alejar a los espíritus maléficos. En el momento culminante de la celebración, los diablos se rinden sumisos ante el Santísimo, simbolizando así el triunfo del bien sobre el mal. Los bailarines, llamados “promeseros’’, son miembros perpetuos de hermandades que transmiten la memoria histórica y las tradiciones ancestrales de las comunidades.

 

Foto Unesco (Fundación Centro de la Diversidad Cultural)

Cada hermandad confecciona las máscaras diabólicas de sus afiliados y éstos se las ponen, llevando al mismo tiempo, cruces, escapularios y palmas benditas. Los bailarines también llevan cascabeles, sonajeros, pañuelos y cintas para protegerse contra los espíritus malignos.

 

Las mujeres se encargan de la preparación espiritual de los niños, organizan las diferentes etapas del ritual, preparan comidas, prestan su concurso para las danzas y levantan altares a lo largo del recorrido de la procesión.

 

En los últimos años, algunas comunidades han empezado a admitirlas a que participen como danzantes. Impregnada de creatividad, espíritu de organización y fe religiosa, esta celebración tradicional fomenta un fuerte sentimiento de identidad comunitaria y cultural.

 

Fotos originales: Tomadas de la web de la Unesco, pertenecen a la Fundación Centro de la Diversidad Cultural

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