En 1823, Simón Bolívar al llegar a Perú fue nombrado Dictador Supremo para la conducción de la guerra, en medio de fuertes enfrentamientos.
Por Inés Quintero | @inesquinterom
Simón Bolívar llega a Perú en 1823. El congreso lo nombra Dictador Supremo para la conducción de la guerra, en medio de fuertes enfrentamientos. Consolidada la victoria sobre el ejército realista en 1824, con la batalla de Ayacucho, se dirige a la Audiencia de Charcas. Resueltas las disensiones que genera la creación de la República de Bolivia, en 1826 elabora un polémico texto constitucional para la nueva nación que genera fuertes debates frente a la figura del presidente vitalicio y la concentración de atribuciones en el poder ejecutivo. Ese mismo año se producen las primeras disensiones frente a la unidad colombiana y hay fuertes críticas contra el modelo centralista que ha estado presente en sus documentos desde 1813.
La propuesta de Bolívar es reunir una asamblea a fin de atender los reparos frente a la constitución de Colombia, sancionada en 1821. La asamblea se reúne en Ocaña en 1828, sin resultados positivos para el proyecto político del Libertador. Bolívar aprueba el decreto que sanciona la dictadura, asume el poder supremo de la República y convoca la reunión de un Congreso Admirable a realizarse en Bogotá en 1830. La reacción contra la dictadura no se hace esperar. Ocurren diferentes movimientos que conducen a la disolución de Colombia y a su renuncia a la presidencia. Sensiblemente afectado por la derrota de su proyecto político, viaja a Santa Marta con la idea de seguir hacia Europa, pero su estado de salud se complica y fallece en la quinta San Pedro Alejandrino el 17 de diciembre de 1830.
Sobre la obra y trayectoria de Bolívar hay una abundante bibliografía y también posiciones encontradas entre sus apologistas y detractores. En Venezuela su figura y pensamientos han sido objeto de un sostenido culto heroico cuyas expresiones pueden verse en la vida política venezolana hasta el presente.