Toponimia de la memoria y el olvido (IV)

Publicado : 12 febrero, 2025

Categoria : Destacados, RSE

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Este texto forma parte de la serie Crónicas de la (des)memoria urbana de Caracas, una propuesta del periodista Pedro García Otero para reencontrarnos con la ciudad.
Por Pedro García Otero

Cada día, miles de bienintencionados (y algunos malintencionados) caraqueños atraviesan una intersección de cinco calles a la que llaman “plaza La Estrella”. 

Los que van en carro, lo hacen con la impaciencia de que la luz cambie; los que van a pie, con la preocupación de no ser atropellados por los primeros. A los que van en moto, más o menos todo les da igual / y todos les temen por igual, conductores y peatones. Es inhóspito, totalmente inhóspito, pero así es Caracas. No hay lugar para los débiles. 

Por eso, que un lugar así sea universalmente llamado “plaza” es una contradicción que sólo un caraqueño puede comprender, aunque ni siquiera sepa por qué se llama así. 

Pero hubo un tiempo en el que esta ciudad fue más amable, y en ella, justo enfrente de una redoma grande, con una fuente en el medio, y unos insólitos venados de metal, residía un escritor desconocido, indocumentado y casi en la indigencia, que se llamaba Gabriel García Márquez, y que viviendo allí escribió “Caracas sin agua”, magistral crónica periodística que nos enseñó a escribir crónicas urbanas a tres generaciones de periodistas, y además, nos muestra que nuestros problemas de servicios públicos vienen de lejos.

Las ciudades (esto no es exclusivo de Caracas, por supuesto) viven en un debate permanente entre la toponimia de la memoria y la toponimia del olvido. Es azarosa, no responde a ningún patrón, probablemente sólo al de las querencias de la gente. Contra esa toponimia de la memoria y el olvido se estrellan casi siempre los intentos (también, casi siempre interesados) de imponer una toponimia desde el poder.

La toponimia caraqueña recuerda, por supuesto, cómo se fue poblando este valle, y el carácter de su propiedad. El casco histórico y sus aledaños con nombres de santos y vírgenes: Altagracia, San José, La Pastora, La Candelaria; Altamira, Las Mercedes, El Marqués, El Cafetal (esta última de forma demasiado evidente), por ejemplo, fueron nombradas por las grandes haciendas de cacao y café que estaban allí antes de su urbanización y que tan bien están explicadas en los magníficos libros de Francisco Herrera Luque. 

Pero en paralelo, hay cosas cuyos nombres han cambiado, pero los originales siguen por ahí, como flotando, como en el caso de la plaza La Estrella. No sé, por ejemplo (creo que no) si todavía hay gente que todavía llama a cualquier hospital caraqueño “puesto de Salas”, porque allí, en la esquina de Salas, (donde hoy está el Ministerio de Educación) había un famoso ambulatorio con ese nombre; sin duda, aún sigue vivo en la memoria caraqueña llamar “Conejo Blanco” a Fuerte Tiuna, porque así se llamaba la hacienda expropiada para desarrollar la principal base militar de Venezuela. 

No conozco (quizás haya) casos en otras ciudades del mundo en las que una avenida o un corredor vial tengan dos nombres, uno oficial y otro popular: por ejemplo, la avenida Presidente Medina (más conocida como avenida Victoria, o viceversa), la Cota 905 (avenida Guzmán Blanco) o la Cota Mil (avenida Boyacá, en estos últimos dos casos esos sí son sus nombres oficiales).

Toda esta toponimia de la memoria y el olvido es hija (y esto sí es un caso único en el mundo, hasta nuevo aviso) de la curiosa nomenclatura que tiene nuestro casco histórico, donde las esquinas tienen nombre. 

¿Dónde más puede vivir uno de Zamuro a Pele el Ojo, de Pinto a Miseria o de Crucecita a Socorro, por poner sólo tres ejemplos? Es una maravilla, realismo mágico puro. Porque al final, llamemos como llamemos a nuestra toponimia, es tan nuestra, que ha resistido, al unísono, a la modernización y al retroceso, a los intentos, también bienintencionados o malintencionados, de cambiarla. Y es una de las tantas cosas que hacen a Caracas única e irrepetible.

Sigue la serie Crónicas de la (des)memoria urbana de Caracas: 
1. Del centro de toda la vida (I) 
2. Caracas, casco y suburbio (II)
3. ¿Cuál de estas es Caracas? (III)
4. Toponimia de la memoria y el olvido (IV)

 

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