#VolverALosLibros El revuelo de Los versos satánicos Por @michiroche

Publicado : 21 septiembre, 2015

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El novelista indio-británico Salman Rushdie saltó a la fama universal con Los versos satánicos en 1988. Por desgracia, esto no se debió sólo a la calidad de la novela que narra la historia de dos musulmanes que al sobrevivir un atentado en un avión se convierten en parias de la ciudad de Londres.

Fue porque el libro le condenó a muerte.

El 14 de febrero de 1989, el ayatolá Ruhollah Jomeiní, líder religioso de Irán, publicó un edicto, o fetua, donde condenaba a Rushdie por “apostasía y blasfemia” contra el credo Islámico. No bastaba la prohibición de vender el libro en India, Bangladesh, Sudán, África del Sur, Sri Lanka, Kenia, Tailandia, Tanzania, Indonesia y Singapur. “Quiero informar a los intrépidos musulmanes del mundo que el autor de Los versos satánicos, publicación que fue compilada, impresa y distribuida en contra del Islam, el Profeta y el Korán, y todos aquellos impresores que saben de su contenido están condenados a muerte. Llamo a todos los musulmanes entusiastas que ejecuten esta sentencia rápido, donde quiera que los encuentren, para que nadie más ose insultar la santidad del Islam. Quienquiera que muera en este camino será considerado mártir”, dijo el ayatolá. Diez días después, el gobierno Iraní le ponía precio a la cabeza del autor: 10 millones de dólares—en años siguientes organizaciones de Irán ofrecieron entre 150 y 600 mil dólares adicionales.

Primero Rushdie se mostró insolente y llamó al ayatolá y sus clérigos a quienes llamó “la policía del pensamiento contemporánea”. Pero luego tuvo que retractarse, aunque su disculpa no fue suficiente, porque en un decreto el ayatolá aseguraba que nada levantaría su sentencia mortal. Ese año murió el ayatolá, pero el gobierno Iraní se negó a levantar la condena del autor de la novela donde los protagonistas que simbolizan, uno, el ángel Gabriel y el otro un demonio, bautizado como uno de los grandes gobernantes del Islam, Saladino.

La censura. Entre las críticas de Jomeini se encontraban que Rushdie había llamado “bastardo” a Abraham, que cambiara el nombre del profeta Mahoma a Mahound (que significa “demonio”) y que en el pueblo donde ocurre la acción hay un prostíbulo cuyas meretrices llevan los nombres de las esposas de Mahoma. En uno de los pasajes del libro, Gabriel (Gibreel) ve a Dios, lo cual es blasfematorio en el Islam, donde Dios no puede ser representado y que la ciudad donde vive el falso profeta del libro está descrita como La Meca, pero se llama Jahilia, que significa ignorancia. Y por si todo esto fuera poco, el libro dedica más de una decena de páginas a satirizar una visita del Jomeini a París hecha en la década de los años ochenta.

La fetua se extendió a los responsables de la promoción del libro. Mientras grupos islámicos atacaban librerías en Estados Unidos e Inglaterra, en los países donde se publicaban nuevas traducciones se extendía la violencia. En julio de 1991, Hitoshi Igarashi, un profesor de literatura japonés, apareció muerto a puñaladas en la puerta de su oficina en la Universidad de Tsukuba. Unos meses antes habían herido a navajazos a un traductor italiano. Todos trabajaban en traducciones de Los versos. En Noruega, un editor casi fue víctima de un atentado en 1993. El primer país en prohibir la publicación del libro fue India, donde ya había antipatía por Rushdie, debido a su tercera publicación Los hijos de la media noche (1980), donde se satirizaba la historia de ese país. Le siguieron. El único país de Latinoamérica en prohibir el libro fue Venezuela, en junio de 1989.

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