Los pozos no anuncian los reventones

Publicado : 13 julio, 2018

Categoria : De interés, Petróleo

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En la década de los años 20 Exxon solo descubría pozos secos, hasta que encontró el pozo Quiriquire 1, y así bautizaron el nombre del legendario campo.

Por José Suarez Núñez /@Petrofinanzas

En 1924 varias compañías petroleras extranjeras buscaban afanosamente petróleo en Venezuela.  Shell llevaba la delantera con sus empresas subsidiarias, bajo el nombre de VOC (Venezuelan Oil Concessions). Sus exploradores se habían adelantado y perforado el pozo Zumaque 1, en el campo Mene Grande, en el Zulia; y el 15 de abril de 1914, resultó el primer pozo comercial venezolano.

Ocho años después, el 14 de diciembre de 1922, se produjo el reventón del pozo Los Barrosos 2, en el campo La Rosa, también en el Zulia, cuando iban a una profundidad de perforación de 457 metros. Del pozo salieron 100.000 barriles diarios de crudos durante 10 días, originando un impacto mundial en el negocio petrolero, que The New York Times reportó como que el pozo más rico del mundo.

Exxon, que operaba bajo la figura de SOV Standard Oil Venezuela,  había adquirido grandes extensiones de terreno en el oriente venezolano y solo lograba perforar pozos secos. El 23 de agosto de 1924, en el poblado Las Cruces, solo habían llegado hasta 480 metros en el pozo Monat y detuvieron la perforación.

Posteriormente -en febrero de 1925- perforaron en el mismo pozo, ahora llamado Maneb, y decidieron retirarse.

Estaban ubicados en un área cercana y retomaron la perforación a pocos metros de la cocina del campamento, donde había un cocinero francés, a quien los trabajadores esperaban con paciencia.

Una noche, los gerentes Calvert y Thompson salieron del campamento hacia el sitio de la perforación para tomar un café con ron, y se sentaron sobre la tarima para la tubería. Después de varios minutos de plática, Calvert se levantó sorpresivamente y le dijo  a Thompson “espera un minuto… ¿escuchas ese ruido?”, mientras comenzaba a salir gas y lodo del hueco del pozo. Corrieron con urgencia para subirse en la plataforma del taladro de madera. Desde la plataforma veían salir del pozo grandes cantidades de lodo, petróleo y piedras.

Al día siguiente todos comentaban en el campamento que Maturín flotaban sobre una bolsa de petróleo. Ese pozo lo taparon y solo extrajeron 500 barriles de crudos. Ya no quedaba duda del potencial petrolero de la región.

Para el 26 de abril de 1926, trajeron un equipo rotativo de perforación y volvieron al pozo Maneb.  El primero de junio había explotado el Maneb  y fue tan fuerte que expulsó un chorro de petróleo a 600 metros del tubo de perforación, chocó en la torre de madera, y el lodo y el petróleo se enredo con los largueros como si fuera espaguetis. El pozo estaba bombeando 1.000 barriles diarios de crudo.

El reventón del Maneb -que sería rebautizado infinidad de veces hasta culminar en el legendario Quiriquirre 1-, provocó desastres económicos, retorció la torre de perforación y estuvo expulsando petróleo durante 8 horas seguidas. Se detuvo solo. Repararon el equipo y lo pusieron bajo control para bombear 800 barriles diarios. Pero los daños compensaban los 7 años de pozos secos donde perforaba Exxon.

 

 

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