Seis familias venezolanas vendieron los campos petroleros a las compañías extranjeras

Por: José Suárez Núñez / @petrofinanzas

A partir de 1907 se concedieron cuatro grandes permisos de explotación, que marcarían el inicio de la industria petrolera en Venezuela, cuando aún no se había iniciado la exploración de los campos.

Fueron otorgadas por el Gobierno a ciudadanos particulares, amigos y familiares del presidente Gómez, quienes a veces de una día para otro, las revendieron a las compañías extranjeras.

La primera concesión se la otorgaron a Andrés J. Vigas y comprendía todo el distrito Colón del Estado Zulia, con una extensión de 2 millones de hectáreas. Vigas no se demoró y la cedió a la Colon Development Company, que posteriormente fue adquirida por Shell.

La segunda concesión la recibió Antonio Aranguren, quien después se vería envuelto en una conspiración que comprendía 1 millón de hectáreas, o el equivalente a la totalidad de los distritos Bolívar y Maracaibo del Estado Zulia. Esta fue adquirida después por la Venezuelan Oil Concessions, otra subsidiaria de la Shell

Una tercera concesión fue otorgada a Francisco Jiménez Arráiz, de una extensión de 500.000 hectáreas, que abarcaba los distritos Acosta Zamora del estado Falcón y parte del Distrito Silva, del estado Lara. La North Venezuelan Petroleum Company – una compañía británica-, adquirió posteriormente esa concesión.

La cuarta gran concesión fue para Bernardo Planas y cubría todo el distrito de Buchivacoa en el Estado Falcón, con una extensión de 500.000 hectáreas, que también adquirió la British Controled Oilfields.

A los españoles no les había interesado el petróleo y otros minerales. El interés era el oro y la plata. Sin embargo, una ordenanza del año 1783 estableció que los yacimientos de petróleo existentes en las colonias españolas, también eran propiedad de la Corona española.

Años más tarde agregaron  a la ordenanza, las minas de piedras preciosas, cobre, plomo, estaño, antimonio, calamina, bismuto, roca de sal y cualesquiera de las materias fósiles que abundaban, fueran bitúmenes minerales perfectos, o los llamados jugos de la tierra.

Juan Vicente Gómez sustituyó al presidente Cipriano Castro, y en 1909 otorgó una concesión de más de 26 millones de hectáreas a una compañía británica, que cubría nada menos que 12 estados del país y el Territorio Federal Delta Amacuro. Posteriormente, la concesión pasaría al Dr. Rafael Max Valladares, un abogado apoderado de la General Asphalt, y amigo del gobernante, que luego transfirió a la Caribbean Petroleum, para terminar finalmente en manos de la  Shell.

Valladares también logró obtener una concesión de pequeña extensión comparada con las cinco anteriores, en el estado Sucre, donde la General Asphalt explotaba el asfalto del Lago Guanoco. Años después, se sabría qué calles de Nueva York y París, fueron pavimentadas con asfalto del lago de Guanoco.

Algunas de las primeras concesiones no tuvieron éxito de inmediato, pero el 31 de julio de 1914, a unos 19 kilómetros al este del Lago Maracaibo, en el área de Mene Grande, se perforó el pozo Zumaque-1, que resultó comercial. Ese pozo fue el símbolo de la nacionalización petrolera y 102 años después de su descubrimiento, sigue bombeando unos 35 barriles diarios de petróleo.

La exploración petrolera registró un impasse en esos años, al comenzar la Primera Guerra Mundial 1914-18, porque los equipos para la exploración y producción era imposible adquirirlos y transportarlos a Venezuela.

Al terminar la guerra, las compañías que tenían las concesiones iban a desarrollar sus proyectos, y el presidente Juan Vicente Gómez estaba considerando la situación. Se dijo que su hijo Vicentico tenía simpatías, o al menos contactos con las compañías europeas y había otorgado la mayoría a empresas inglesas y holandesas.

Gómez dedujo que la presencia del capital estadounidense crearía equilibrio, y como era su estilo, deslizó en las esferas comerciales y diplomáticas, que los petroleros de Estados Unidos no debían ignorar a Venezuela, y que las “puertas del país estaban abiertas al poderoso vecino del Norte”.

Durante 1920 Gómez otorgó 176 concesiones a ciudadanos venezolanos y más de 2.000 venezolanos solicitaron concesiones, que luego vendieron en las bolsas de valores de Nueva York y Londres a ansiosos  compradores, y fueron a parar a compañías petroleras extranjeras o a comerciantes de acciones, que posteriormente las engordarían para que tuvieran mayor valor.

Ya habían concluido la primera guerra mundial y en Venezuela se habían descubierto importantes campos gigantes de más de 300.000 barriles diarios de capacidad de producción. El primero fue el de Cabimas en 1917, el segundo de Lagunillas en 1925 y el tercero de Bachaquero en 1930.

La gran sorpresa la dio el geólogo estadounidense Ralph Arnold, quien había estado explorando el territorio  venezolano durante varios meses previos: el 27 de noviembre de 1912 recomendó a la empresa Caribbean Petroleum, que comprara 87 lotes de terrenos de 500 hectáreas cada uno y los seleccionó en el Zulia, Falcón, Trujillo, Monagas, Sucre, Anzoátegui y Nueva Esparta.

El geólogo Arnold insistió que perforaran primero en el campo de Mene Grande, en el Zulia, a l9 kilómetros de la plaza  principal de Maracaibo, que resultó ser el pozo Zumaque-1, el primer pozo comercial de Venezuela en julio de 1914. El pozo 103 años después sigue bombeando de 10 a 12 barriles diarios de petróleo.

 

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