A empujones fue al exterior el “Patón” Carrasquel

Publicado : 20 diciembre, 2023

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Por Javier González

“A raíz del rendimiento acusado en torneos y campeonatos y especialmente después de un juego de las Estrellas del “Concordia”, reunidos en una Fuente de Soda de la esquina del Principal, en el centro de Caracas, Martín Dihigo, Silvino Ruiz, Juan “Tetelo” Vargas, Marianito Bordón, “Pepín” Arriens y otros peloteros “Royones” y “Buchiplumas”, con el entonces discutido “Patón” Carrasquel y quien esto escribe, y de acuerdo con la oportunidad que recién abrían a los peloteros de las Antillas –sin distingos de raza ni color– los magnates norteamericanos, la charla se encaminó hacia las posibilidades de viaje y actuación de Alejandro en las Ligas Menores o en equipos cubanos con vista a un cercano salto a las Mayores.

Coincidieron todos los presentes en que el “Patón” tenía pasta para codearse con los peloteros profesionales de Liga Grande y los consejos de Dihigo y Silvino y comentarios de los otros amigos de Carrasquel se convirtieron en un fuerte y bonancible ataque contra la voluntad del famoso lanzador venezolano, quien por todas partes veía linietazos incogibles y, desconfiado temeroso de él mismo o de su capacidad, objetaba todos los pronósticos hasta finalizar la grata y recordada reunión con un no  definitivo con respecto a salir de Venezuela a probar fortuna en el exterior.

Pasó el tiempo, y ya con Pelayo Chacón, el colombiano Muñoz, en Cartagena, en las filas de varios equipos caraqueños, como el Paraíso, en el célebre Campeonato de Maracaibo, del cual surgió el “Pacto de los Cinco” en Caracas y una discutida sanción para el “Patón” y otros compañeros que actuaron brillantemente en el torneo marabino, se fue nuestro principal lanzador y antesalista a tierras colombianas, donde fue apreciado mejor que en su tierra natal.

Luego ya con cierta aureola internacional y con el definido calificativo de profesional, figuró en el beisbol de entonces como “refuerzo importado”, hasta que, ya con alguna confianza en sí mismo, el “Patón” de creció con el castigo –como los buenos toros de lidia– y bajo la valiosa tutela del recordado amigo Joseíto Rodríquez  (Q.E.P.D.) cubano de indiscutibles méritos y probada caballerosidad deportiva, proliferada hacia nuestro beisbol de hace veinte años, se decidió Carrasquel a probar sus lanzamientos ante los toleteros antillanos y norteamericanos que competían en el Campeonato que celebraban en La Habana.

Las suaves sugerencias de Joseíto hallaron eco en la voluntad del “Patón”, quien sin embargo consultó con algunos buenos amigos, entre ellos con los doctores Guevara Núñez y Luis Aceituno, quienes puede decirse decidieron con Joseíto, el viaje a Cuba, de quien, antes de dos años de fructífera actuación haría el salto más rápido y brillante que pelotero alguno haya dado hacia las Ligas Mayores de Estados Unidos. Ante la admiración de sus amigos y la extrañeza y desconfianza de algunos “entendidos” que llegaron hasta a vaticinar –por envidia o resquemores personales– el fracaso por “viejo” y “quemado”, de ese fuerte lanzador que resultaría el auténtico pionero de nuestro beisbol como “Liga Grande” alcanzaría el grandioso honor de abrir las puertas de la fama y bienestar beisbolero profesional a muchos jóvenes venezolanos. . .  Entre estos y bien pronto, por cierto, a su querido sobrino, el indiscutible caraqueño Alfonso Carrasquel.

Como pelotero, son bien conocidas las hazañas cumplidas por el titular Alex Carrasquel en el Washington Senators y en posteriores jiras por los “diamantes” de Venezuela, Cuba y México.

En 1939 ya recibía honores en el Yankee Stadium el mismo día memorable en que fue despedido como pelotero activo el inolvidable “caballo de hierro” Lou Gehrig, a quien por cierto en su último juego campeonil dejó en blanco el ya célebre “Patas Largas” Carrasquel.

Como hombre metódico visionario práctico ha demostrado este profesional venezolano que para triunfar en la vida hay que aunar a las condiciones físicas una saludable y eficiente administración personal, en lo que respecta a la mejor utilización de las ganancias monetarias, que sin duda alguna ha sabido mantener Alejandro Carrasquel a lo largo de sus veinte años en el beisbol rentado.

Hoy cuando un grupo de admiradores, viejos y nuevos, rinden sentido homenaje al “Patón” Alejandro Carrasquel y al destacado sobrino Alfonso –y por ende a todos los Carrasquel y demás peloteros venezolanos con clase y ambiciones profesionales– nos limitamos desde estas columnas, –además de estos emotivos recuerdos que aquí bosquejamos–, a desear fervorosamente que ese notable ejemplo vivido y grabado por nuestro querido y admirado amigo Alejandro “Patón” Carrasquel, sea imitado en lo posible por todos los jóvenes que han escogido el béisbol como deporte preferido o como sagrada profesión.

Eso sería el mejor homenaje a quien hubo de ser empujado para salir al exterior a jugar beisbol y a enseñar en Norteamérica que además del petróleo había en Venezuela también buenos beisboleros”.

Referencia: 

Revista Todo en deportes. Caracas, 22 de diciembre de 1956

 

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